Berlín, 2007.
Sección: Biografías.
El religioso francés Charles Michel de l ́Epée es considerado como una de las figuras más relevantes de la historia de los Sordos. Aunque él mismo era oyente, se lo venera como un miembro ilustre de la comunidad Sorda, por haber sido el iniciador de la educación institucional de los Sordos a través del uso de las lenguas de señas. Esta es su historia.
Su vida
Nuestro personaje nació en el seno de una familia adinerada, en la ciudad francesa de Versalles, donde estaba la residencia de los reyes. Fue el 25 de noviembre de 1712. Es importante recordar esa fecha, pues la celebración de su cumpleaños fue por mucho tiempo la fiesta más importante de la comunidad de Sordos de Francia.
Muy joven inició la carrera de sacerdote, pero por sus ideas progresistas le fue negado el derecho a ordenarse (se negó a refutar públicamente la validez de las ideas jansenistas, una corriente católica muy popular entonces). Debido a eso, recibió sólo el título de abad, una figura católica muy popular en la época, que permitía ciertas labores religiosas, tales como ser tutor de niños o consejero espiritual privado, al servicio de familias ricas. Paralelamente a ello, de l`Epée hizo estudios de derecho.
En su labor como abad, de l`Epée se dedicó a las actividades de caridad, lo que consistía en buscar dinero para apoyar proyectos de ayuda a personas pobres. Cuentan sus biógrafos que buena parte de los proyectos emprendidos por de l`Epée eran filantrópicos, es decir, a costa de su propia fortuna.
Poco se sabe de tales labores hasta el año de 1760, cuando es fama que de l`Epée asumió la responsabilidad de un colega moribundo, el Padre Vanin, de educar a dos gemelas sordas muy pobres, cuya formación espiritual se había propuesto Vanin.
Sus contactos con las dos muchachas convencieron a de l`Epée de que era posible enseñar a los sordos a través del uso de señas, y a partir de entonces se propuso abrir una institución para recibir a otros niños sordos e instruirlos en la religión. En 1771, y financiándola con sus propios medios, fundó la “Institution Nationale des Sourds‐Muets” en París, cuyas aulas llenó con niños sordos que él mismo reclutaba por toda la ciudad. Tras algunos años de trabajo, el abad se convenció de que también podía instruir a sus alumnos en materias más amplias, con lo cual su escuela ofreció una formación general en francés escrito y otras materias de conocimiento. Para hacerlo, el abad aprendió la lengua de señas usada entonces por los Sordos parisinos, y la usaba en sus clases, añadiendo algunas otras señas de su invención, y que le permitían acuñar conceptos del francés escrito, para los cuales, aparentemente, no existían equivalentes en la Lengua de Señas Francesa (LSF).
Esto último debe destacarse, ya que, durante mucho tiempo, todo el mundo, incluyendo a la comunidad Sorda, atribuía a de l ́Epée haber creado la lengua de señas en Francia. Según recuerda Pierre Desloges en su obra de 1779 (que reseña esta página web), la LSF existía ya mucho antes del abad, y había en París una comunidad Sorda bien establecida cuando el abad abrió su escuela.
De l ́Epée escribió bastante acerca de sus métodos de trabajo, y recibió en su escuela de París a muchas personas de otros países europeos, que estaban interesadas en su actividad. Varias de esas personas regresaron a sus países de origen y fundaron en ellos escuelas similares, lo que dio al abad una fama continental.
A su muerte, acaecida el 23 de diciembre de 1789 (el año de la Revolución Francesa), el abad gozaba de un merecido prestigio, pues varios de sus alumnos Sordos destacaban como intelectuales en la sociedad parisina. Debido con mucho a la labor de estos, cundió la especie, arriba comentada, de que el abad era el padre de la LSF. La Asamblea Nacional de París le concedió al abad en 1791, el título de “Benefactor de la Humanidad”, y declaró que los Sordos tenían los mismos derechos enunciados en la “Carta de los Derechos del Hombre y el Ciudadano”, que esa misma institución había aprobado en 1789.
La obra de Michel de l ́Epée
El abad escribió, a lo largo de su vida, tres obras, de las cuales llegó a publicar dos. La primera, en 1776, llevaba el título de Institution des sourds‐muets par la voie des signes méthodiques (la instrucción de los sordomudos a través de las señas metódicas). En ella presentaba los primeros avances de su trabajo con las señas metódicas. A ese trabajo siguió, en 1784, otro libro titulado La véritable manière d’instruire les sourds et muets, confirmée par une longue expérience (la verdadera manera de educar a los sordomudos, confirmada por una larga experiencia). En esos años, comenzó asimismo un libro titulado Dictionarie de Sourd‐muets (diccionario de sordomudos), que no publicó en vida (algunos autores son de la idea de que el abad no escribió este último libro para ser publicado, sino sólo como una guía para el trabajo en la escuela. Lo dejó incompleto, y fue terminado por su sucesor al frente de la escuela de París, el abad Roch Sicard.
El abad de l ́Epée era un intelectual bien formado en las ideas de su época. Uno de los filósofos más influyentes de entonces, René Descartes, argumentaba que la lengua era un sistema de signos que existía fuera del ser humano. Debido a eso era posible realizar vínculos arbitrarios entre las cosas y los signos. Según ello, una lengua podía potencialmente expresar cualquier idea. De l ́Epée aplicó este principio a la LSF que aprendió de la comunidad Sorda de París, y descubrió que esa lengua tenía la potencialidad expresiva necesaria para servir de lengua escolar. Sin embargo, pensando que la LSF (que él llamaba “señas naturales”) no era un sistema lo bastante elaborado, decidió añadir, en sus clases, una serie de señas de su invención para facilitar el aprendizaje del francés escrito. El abad denominó a tales señas como “señas metódicas”.
Las señas metódicas eran mayormente versiones manuales de unidades gramaticales francesas como preposiciones, conjunciones y terminaciones verbales, que la LSF naturalmente no tenía en su léxico. Además de ellas, el abad se apropió también del alfabeto manual (el desarrollado en España, y que dio a conocer el libro de Juan Pablo Bonet en 1620) y explotaba en sus clases, también, recursos como la lectura labial.
La creencia del abad acerca de la limitación expresiva de la LSF fue reprochada por Desloges, quien afirmaba que, al contrario de lo que el abad pensaba, la LSF sí era una lengua capaz de expresar cualquier tipo de abstracción. Si comparamos los métodos de trabajo del abad con los actuales, podríamos decir que lo que el abad hacía era usar una suerte de francés señado, con sus alumnos, y que dejaba a la LSF fuera del aula de clases.
El método francés
Los métodos de trabajo del abad de l ́Epée, sin embargo, rindieron frutos en varias generaciones de Sordos que fueron muy reputados como intelectuales en la Francia de los Siglos XVIII y XIX, y que le ganaron a su escuela y su tradición el mote de “método francés”. Según este, la prioridad de la escuela de Sordos era la formación intelectual de los alumnos, a través del desarrollo de habilidades en la lectoescritura. Este método francés se oponía al llamado “método alemán”, según el cual la prioridad de la escuela de sordos debía ser el desarrollo del habla. El método alemán, llamado así por la influencia de los trabajos del alemán Heinicke en Alemania, había sido en realidad ya seguido por maestros españoles muchos antes, en los Siglos XVI (Pedro Ponce de León) y XVII (Ramírez de Carrión), y por maestros franceses contemporáneos del abad (como Jacob Rodrigues Pereira y el abad Deschamps).
Un siglo después de la muerte de Charles Michel de l ́Epée, las disputas entre partidarios y opositores de sus métodos de trabajo eran aciagas, y terminaron, en 1880 y durante el Congreso de Milán, con una imposición afiebrada y mal comprendida de las propuestas de los oralistas. En aquellos tiempos iniciales, sin embargo, en los que la interacción entre el maestro y el alumno era directa y rica, los niños Sordos terminaban aprendiendo independientemente del método seguido. Era la amplia formación de los maestros y la dedicación a los niños lo que conseguía frutos. Luego, la creencia de que el método en sí mismo era la respuesta, sin pensar en la formación del maestro y en la intensidad del trabajo escolar, llevó a las complicaciones y los enfrentamientos existentes hoy, con los cuales son los Sordos los únicos perjudicados.
Para nuestros lectores
En esta página web hemos reseñado la vida y el trabajo de la mayoría de personas que se citan en estas páginas. Además de invitar a leerlas, sugerimos al lector visitar también la biografía de Ferdinand Berthier, así como el artículo de Anne Quartararo sobre los banquetes de los sordos franceses en el Siglo XIX (comentado en las Reseñas, el libro de Fischer y Vollhaber 1996) para enterarse de cómo eran las celebraciones de los cumpleaños del abad de l ́Epée que organizaban los Sordos parisinos durante el Siglo XIX.
Fuentes consultadas:
Fischer, R. (2002). “The dictionary of the Abbé de L ́Epée and his `methodical signs ́” En: Schulmeister, R. y H. Reinitzer (eds.) Progress in Sign Language Research. Hamburgo: Signum.
L ´Epée, Charles Michel de (1784) La véritable manière d’instruire les sourds et muets, confirmée par une longue expérience. París: Nyon l’aîné (enlace a la edición facsimilar de la BIUM)
Lane, H. (1984) When the Mind hears. Nueva York: Pelikan
Charles Michel de L ́Epée. Enciclopedia digital Wikipedia: en alemán http://de.wikipedia.org/wiki/Charles_Michel_de_l’Ep%C3%A9e y en inglés, http://en.wikipedia.org/wiki/Charles‐Michel_de_l%27Ep%C3%A9e, ambas visitadas el 02 de octubre de 2006.
muchas gracias por esta informacion ,muy buena