Clara Inés Montoya Gómez [1],
Manizales, 2012.
Sección: Artículos, psicología.
RESUMEN:
La identidad de los Sordos y las Sordas está relacionada con la comprensión que ellos(as) tienen de sí mismos. Esa comprensión se teje en las múltiples historias que narran sus trayectorias vitales, en cuyas narraciones se revelan posibilidades para acceder a la aprehensión o conciencia de sí, suscitada en la interacción que establecen con los(as) otros(as), sean éstos sordos u oyentes. En este artículo se intenta dar cuenta sobre la identidad de los Sordos y las Sordas transitando por los escenarios familiares, educativos y políticos; este último orientado a la construcción del nosotros que permean la esfera pública mediante la reivindicación de derechos, y la formulación y puesta en marcha de políticas públicas. En el tejido narrativo se enlazan los relatos de los(as) Sordos(as) participantes de la investigación con los relatos autobiográficos de dos mujeres sordas, con quienes se establecen diálogos y encuentros sin arrebatarle a cada uno su singularidad y especificidad.
PALABRAS CLAVES: Sordos(as), relatos autobiográficos, vergüenza, identidad, capacidades.
INTRODUCCIÓN
Sutilezas
¿Acaso el oyente sí conoce el sonido del capullo cuando se abre, sabe el color de su música?
¿Cada vez que la hoja se desprende del árbol y al tocar la tierra, por ello tiembla?
¿Sabrá el oyente, de la música que hay en mí, la intuye cuando mis manos dirigen la orquesta de palabras invisibles?
Luz Estela Martínez (2010)
Este artículo hace parte de los resultados de la investigación Señas de identidad: Un estudio sobre la configuración de la identidad en los Sordos y las Sordas jóvenes y adultos jóvenes a partir de sus experiencias de reconocimiento y de menosprecio realizado por Marcela Giraldo Morales, Clara Inés Montoya Gómez y Luz Omaira Ramírez Zuluaga como requisito parcial para optar al título de Magíster en Educación y Desarrollo Humano del convenio Universidad de Manizales y Fundación Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano -CINDE. Este trabajo tuvo como objetivo general la aproximación a la comprensión de los procesos de configuración de la identidad de los Sordos y las Sordas a partir de sus experiencias de reconocimiento y de menosprecio.
Particularmente, este artículo está orientado a dar cuenta de la comprensión que los Sordos(as) tienen de sí mismos, por lo cual se toma distancia de aquellas concepciones históricas y estigmatizantes de la discapacidad. Se opta por una mirada más amplia que reconoce las capacidades de todos(as) para llevar a “una vida acorde con la dignidad del ser humano” (Nussbaum, 2006, p. 83). Para tal ejercicio recurro a un componente conceptual y a otro de trabajo de campo.
Los elementos conceptuales se construyen a partir de algunos planteamientos de Martha Nussbaum (2006), sobre la vergüenza y capacidades, de Olga Sabido sobre lo extraño, así como de algunas reflexiones extraídas de dos autobiografías de dos jóvenes Sordas: Emmanuelle Laborit, francesa y Pepita Cedillo, española, quienes relatan sus experiencias y vivencias sobre los encuentros y desencuentros entre Sordos y oyentes a nivel familiar y social. Los elementos del trabajo de campo se reconstruyen a partir de los relatos autobiográficos de Matías, Sebastián, Ricardo y Sara, cuatro de los(as) participantes en la investigación que sirven de apoyo a este artículo, en los que narran sus experiencias de reconocimiento y menosprecio y cómo han vivido en la sociedad, mostrando la forma de configuración de su identidad. A través del relato autobiográfico, los(as) Sordos(as) hablan de la vida misma de un quién, que es el que relata o del que se habla en el relato. El caso es, como sostiene Arfuch (2002), que hablar del relato remite a la forma por excelencia de estructuración de la vida y, por ende, de la identidad.
Este artículo también identifica la diversidad de la diferencia, enfocado en las capacidades como las diversas formas de ser y estar en el mundo, lo que tiene que ver con la dignidad humana y la justicia social, lo cual es fundamental en el mundo social que es compartido y que, como lo menciona Sen, “debemos ver con claridad que tenemos muchas filiaciones distintas y que podemos interactuar entre nosotros de muchas maneras diferentes, independientemente de lo que nos digan los instigadores y quienes se les oponen. Hay lugar para que nosotros decidamos nuestras prioridades” (2007, p. 12).
Para poder acometer esta labor, es fundamental decir que los beneficios alcanzados de quien se atreve a escribir en términos de la experiencia y la profundización lograda en este campo se debe a la labor, el contacto y la amistad con personas Sordas, colegas académicos, padres y madres que tienen hijos(as) Sordos(as) y estudiantes Sordos(as). Este ejercicio busca dialogar con ellos(as) para ampliar los referentes comprensivos y las posibilidades de encuentro y reconocimiento de lo que son y lo que podrían llegar a ser.
ENTRE LA SORPRESA, LA CULPA Y EL DUELO… ¡ÉL(ELLA) ES SORDO(A)!
“Todos los que a toda costa quieren hacer de nosotros unos oyentes como los demás,
me ponen los pelos de punta. Convertirnos en oyentes es aniquilar nuestra identidad.”
Emmanuelle Laborit (2001)
En el momento en que se descubre que un integrante de la familia (oyente) es Sordo(a), empieza una gran “batalla” al interior del hogar, luego de la detección de la sordera se presenta una situación muy difícil para los padres y las madres al percibir el hecho como algo inesperado y extraño que rompe las expectativas sobre el hijo(a) que se esperaba, el impacto con el acontecimiento lleva a la incertidumbre, a la confusión y a los sentimientos de rechazo, a la vez que aparecen la culpa y el duelo, en relación con la vergüenza, que según Aristófanes: “se presenta como una emoción dolorosa basada en el reconocimiento de nuestra falta de omnipotencia y de control, y sugiere que el recuerdo o el vestigio de una sensación de omnipotencia y completitud original subyace a la emoción dolorosa tal como se manifiesta en la vida.” (Citado por Nussbaum, 2006, p. 217).
Al respecto de la vergüenza, Nussbaum afirma que la “conciencia dolorosa de inadecuación o imperfección que responde a una sensación de no poder alcanzar cierto estado ideal y en la que uno se siente inadecuado, carente de algún tipo deseado de completitud o perfección” (2006, p. 218), es lo que sienten las familias al enterarse de la sordera en su seno familiar.
Al mismo tiempo, y contrario a la vergüenza, aparece la culpa que se focaliza en la acción o deseo de reparación y que busca culpar a alguien por esa condición de imperfección, “la culpa es un tipo de ira dirigida contra uno mismo, pues se reacciona ante la percepción de que uno ha cometido una injusticia o ha causado un daño” (Nussbaum, 2006, p. 244), manifestándose en los hogares en forma de interrogantes acerca de esa situación dolorosa, por causa de la sordera, y a la búsqueda de la solución, unido a esto, está el duelo que muchas veces tarda largo tiempo en elaborarse, entendido como la “renuncia a la ilusión de completitud perfecta y de fusión total con el objeto cuidador” (Morrison citado por Nussbaum, 2006, p. 247). En este caso, la aceptación de la sordera y de percibir realmente al integrante del grupo familiar como Sordo(a) con todas sus implicaciones.
Ese sentimiento de vergüenza por la condición de sordera, ha llevado a las familias al deseo de oyentizarlo (en muchos de los casos), se acude, después del diagnóstico médico, a la “búsqueda de la cura” y es cuando el médico sugiere o aconseja implantes cocleares y/o remisión a fonoaudiología para terapias vocales, utilización de audífonos, entrenamientos auditivos y otra serie de ejercicios como cura para la “enfermedad”. Bajo esta mirada médica, algo no funciona bien, en este caso el oído, y para ello debe existir un tratamiento para su curación, sin importar la condición de individuo como persona Sorda. Así nos lo cuenta Laborit, en la consulta que su madre le hace al médico:
Le planteé tres preguntas al especialista: ¿hablará?, Sí pero tardará mucho tiempo. ¿Qué hay que hacer? Ponerle un aparato, una reeducación ortofónica precoz, sobre todo nada de lenguaje de gestos. ¿Podemos reunirnos con adultos sordos? Esto no sería aconsejable. Ellos pertenecen a una generación que no ha conocido la reeducación precoz. Usted quedaría desmoralizada y decepcionada. Tu padre estaba abrumado y yo lloré. ¿De dónde venía esta “maldición”? ¿Herencia genética? ¿Una enfermedad padecida durante el embarazo? Me sentía culpable, y tu padre también. Buscamos en vano quién había sido sordo en la familia, de una u otra parte (2001, p. 12).
El dolor que sienten los padres y las madres (oyentes) al enterarse que su hijo(a) es Sordo(a) nunca desaparecerá del todo, ya que es algo inesperado, fuera de lo común, según cuenta Laborit sobre la expresión de su madre al enterarse de la sordera de su hija: “una escena se fijó para siempre en mi memoria, como una imagen que se detiene» (2001, p. 10). l oyente siempre está pensando en la falta, en lo extraño, raro o fuera de lo común. Siguiendo con Laborit, dice:
Mis padres prefirieron no creerlo, estaban orgullosos de no tener una pequeña “fastidiosa” que les despertase a primera hora de la mañana. Entonces tomaron la costumbre de bromear llamándome la gaviota, para no expresar su temor por mi diferencia. Dicen que se grita lo que se quiere callar. Yo debía de gritar para intentar oír la diferencia entre el silencio y mi grito. Para compensar la ausencia de todas esas palabras que yo veía moverse sobre los labios de mi madre y de mí padre, y cuyo sentido ignoraba. Y como mis padres callaban su angustia. Yo tenía que gritar también por ellos. ¡Quién sabe! (2001, p. 10).
En el caso de Matías, uno de los jóvenes participantes en la investigación, afirma también este hecho al narrar el momento en el cual su familia recibe la noticia de su sordera:
Cuando yo era pequeño no sabía, no tenía conciencia de qué era escuchar ¿jm? Yo miraba bien todo, por mi actitud, mi mamá dudó, ¿será Sordo? me llevó al hospital y fue afirmativo, el médico le dijo a mi mamá que yo era Sordo, entonces ella sintió dolor y se preocupó mucho. (Matías, hombre, 25 años).
Es doloroso para la familia (oyente) darse cuenta de la condición de sordera de uno de sus integrantes, pues la sociedad está pensada para una generalidad de personas en la cual no se tiene en cuenta la diversidad y las particularidades de cada ser humano. Por esta situación se produce un sentimiento de angustia y de dolor por esa falta de “completitud”, que se deriva de lo que se ha pensado como “normalidad” entendido como estándar general.
La relación con los padres es aún más complicada, pues para éstos parece más difícil aceptar la situación y se muestran más impedidos para la comunicación con sus hijos(as) Sordos(as); al respecto nos cuenta Laborit:
Cuando mi padre volvía del trabajo, era más difícil, yo pasaba poco tiempo con él, no teníamos la clave “umbilical”. Yo articulaba algunas palabras, pero él no me entendía casi nunca. Mi padre sufría al ver a mi madre comunicarse conmigo en un lenguaje de una intimidad que se le escapaba. Se sentía excluido. Lo estaba, naturalmente, porque no era una lengua que pudiéramos compartir los tres, ni con nadie más. Y él quería comunicarse directamente conmigo. Esta exclusión le sublevaba. Por la noche, cuando volvía, no podíamos intercambiar nada. A menudo yo tiraba del brazo de mi madre para saber qué era lo que él decía. Yo habría querido tanto “hablar” con él… Saber tantas cosas de él… (Laborit, 2001, p. 16).
En el caso de Ricardo se presenta la siguiente situación:
A mi mamá le dio una enfermedad eruptiva más o menos a los seis meses de embarazo, cuando yo nací ella me vio bien, después, a los seis meses y medio mi mamá se dio cuenta que yo no escuchaba nada, pues me palmoteaba y yo no volteaba, ella estaba muy preocupada, le subía volumen al radio y yo no respondía, muy preocupada me llevó al médico el cual me hizo una evaluación de los oídos, la cual mostró que yo era sordo, mi mamá lloró. Mi papá no vivía con nosotros, vivía muy lejos, mi mamá vivía aquí en Medellín. Un día mi papá llamó y preguntó: ¿Cómo está mi hijo? La respuesta de mi mamá fue: no puede oír, él es sordo, él es mudo; mi papá le dijo: es culpa suya, ella dijo no, culpa mía no es, en el embarazo me dio rubeola, mi papa dijo ¡no! y se puso en contra de mi mamá, dijo que era culpa de ella, entonces así empezaron los problemas. (Ricardo, hombre, 23 años.)
Estos casos nos muestran esas dificultades iniciales del duelo y la culpa que se presentan en las familias al presentarse esta situación inesperada y que dificulta la existencia de los(as) Sordos(as), lo que trae graves consecuencias en la construcción de la identidad, al pretender fabricar una identidad oyente que no les pertenece, ni está dentro de los marcos de comprensión, pues es precisamente la identidad que se enmarca en la diferencia. Los(as) Sordos(as) pueden hablar de una manera diferente a la de los oyentes, no se martirizan por no hacerlo con la voz, pues lo pueden hacer con sus manos, así como lo expresa la Hermana Luz Stella Pareja (2007): “es como si las personas deseáramos tener alas igual que las aves para volar, no es nuestra condición, no nos abatimos por eso, tenemos otra forma de estar en el mundo y lo aceptamos”.
Laborit plantea lo siguiente al respecto:
No comprenden que los sordos no tengan deseos de oír. Nos quieren parecidos a ellos, con los mismos deseos y, por tanto, las mismas frustraciones. Quieren colmar una carencia que nosotros no tenemos. ¡Me importa un comino oír! No lo deseo en absoluto, no me hace falta, no sé siquiera lo que es. No se puede desear las cosas que uno ignora. (2001, p. 88).
Muchos padres y madres de las familias guardan una esperanza de que su hijo(a) algún día pueda hablar y por eso toman la decisión de ponerles implantes cocleares o los obligan a utilizar audífonos sin tener en cuenta las dificultades que se puedan presentar con éstos, miremos al respecto lo que nos cuenta Sara:
Yo tenía tres años cuando me pusieron audífono. Hace quince días me compraron este nuevo. Mi mamá me dice que lo debo usar, aunque a mí no me gusta, pero ella me dice que con él, voy a aprender a hablar y aunque no me gusta mucho, lo acepto… Muchas veces le digo que no lo quiero usar, porque escucho muchos ruidos y la cabeza se me pone como toda grande, toda pesada y me dice que próximamente me lo van a cambiar por uno negro, uno más blandito, porque este es muy duro… En diciembre, por ejemplo que había tanta bulla, tanto ruido, los buses, etc., me dolía mucho la cabeza por los ruidos y entonces mi mamá me decía: tiene que tener mucha paciencia, tiene que tener el audífono y bueno, seguí con él y ya hace poquito estoy como acostumbrada a él y escucho un poquito, más o menos. No me gusta llevarlo al colegio porque allá hay mucho ruido, hay muchos sonidos, la gente grita mucho, entonces todo eso se me va a la cabeza y no, no aguanto tanto ruido, entonces mejor lo dejo guardado. (Sara, mujer, 22 años).
La falta de comprensión por parte de las familias y algunos profesionales sobre la sordera y lo que realmente significa ser Sordo(a) trae grandes consecuencias para ellos(as), conduciéndolos a una construcción deteriorada o poco clara de la identidad, de lo que se es y lo que se puede llegar a ser.
El individuo estigmatizado se encuentra, por consiguiente en la arena de discusiones y debates pormenorizados relativos a lo que debe pensar de sí mismo, o sea, la identidad de su yo. A sus otros problemas debe agregar el de ser empujado simultáneamente en distintas direcciones por profesionales que le dicen qué debe hacer y sentir acerca de lo que es y deja de ser, y todo esto en su propio beneficio. (Goffman, 2008, p. 157).
YO NO SABÍA QUE ERA SORDO(A)… ME SENTÍA AVERGONZADO, EXTRAÑO Y DIFERENTE
El extraño o los extraños son solo maneras en las que alguien o algunos salen
fuera del orden y del horizonte de una familiaridad determinada.
Olga Sabido (2009)
Los(as) niños(as) Sordos(as) no saben que son Sordos(as) en su infancia, y mucho menos si no se tiene contacto con otras personas de diferentes generaciones con su misma condición de sordera, por lo general cuando esto ocurre los Sordos(as) se sienten impotentes y crean juicios erróneos respecto de sí mismos, de la identidad. Es así como lo cuenta Laborit sobre lo sucedido con la muerte de su gato:
Yo iba a “irme”. Como el gato. No veía que me hiciera mayor. Me veía quedándome pequeña. Toda la vida. Me creía limitada a mi estado de entonces. Y sobre todo, me creía única, sola en el mundo. Emmanuelle es sorda, nadie más lo es. Emmanuelle es diferente. Emmanuelle nunca será mayor. No podía comunicarme como los demás y, por tanto, no podría ser como los otros, los grandes personajes que oyen. Por consiguiente, tenía que “acabar”. Y en ciertos momentos, cuando no conseguía decir todo aquello que sentía deseos de preguntar, de comprender o cuando no había respuesta, pensaba en la muerte. Tenía miedo. Ahora sé por qué: nunca había visto adultos sordos. (Laborit, 2001, p. 30).
Para Matías su descubrimiento fue de la siguiente manera:
Cuando íbamos a la casa de la abuela, allá me encontraba con mis primos y compartíamos, pero no hacían señas, no nos podíamos comunicar, yo me limitaba a ver la televisión. Todos se iban en grupo y yo me quedaba solo. Hablaban y hablaban pero yo no entendía, yo copiaba algunas cosas. Yo no sabía que era sordo, veía a mi hermana hablar y la imitaba, movía la boca y hablaba y pensé, ah, ella y yo somos hermanos, ella mueve la boca y se comunica, entonces pensé que yo podía hacer lo mismo, nadie hacía señas. Un día mi hermana me dijo usted no puede hablar y yo no entendía, yo ignoraba lo que significaba, vino otra persona y me explicó: ella oye y puede hablar usted no, yo me sentí raro, sentí pena, después mi hermana se iba con el grupo de personas, entonces comprendí que se mantenían en grupo y yo solo. (Matías, hombre, 25 años.)
La sensación de extrañeza que sintió Matías, nos deja ver el rango de la no familiaridad que se da en la relación con otros(as) en el mundo interrelacional, pues según Sabido:
Lo extraño está emparentado con lo no familiar… alguien o algo es extraño porque ha entrado en el “mundo de vida” de otro, quiéralo o no; ocasionando una ruptura de sentido con lo que se considera natural, lógico y bueno. Sin embargo, lo anterior no explica por qué muchas veces a tal posición se le coloca en una condición de negatividad, es decir, de negación y desprecio. (Sabido, 2009, p. 35).
Es precisamente esa negación o experiencias de menosprecio, como lo nombra Honneth (1997) las que transmiten sentimientos de humillación o de poco valor que afectan la autocomprensión de la persona. En los siguientes testimonios, se pueden apreciar aquellas expresiones de rechazo frente a la diferencia que contribuyen a la construcción de una imagen deteriorada de nosotros mismos:
Cuando tenía nueve años, me di cuenta que yo era Sordo. Sentí que yo no era importante, ellos sí son importantes y yo no soy importante y yo me sentí como… como vacío, me sentí como una basura, como algo excluido, me surgió la pregunta: ¿ y yo qué? Como que había una barrera y yo estaba ahí, en un cajón, dentro de una caja, como que yo estaba encerrado en una caja y me faltaba libertad […] En otro contexto si era muy difícil, por ejemplo, con algunas palabras yo iba a la tienda o a cualquier lugar yo hablaba y la persona me preguntaba ¿qué?, no le entiendo, espere un momentico y decía: él necesita algo pero no le entiendo, yo me sentía muy mal muy defraudado, faltaba como que hubiera más interrelación conmigo, yo me sentía menospreciado, como que yo parecía un animal, que ellos miraban, como si yo fuera un perro que no tenía como comunicarse y yo necesitaba comunicarme con ellos […] todos me ignoraban, yo me sentía muy mal, o muy deprimido, necesitado […] yo pensaba entonces qué de mi futuro, de mi vida en el futuro, pero después pensaba: me tengo que esforzar, tengo que luchar[…](Ricardo, hombre, 23 años).
Este aspecto es nombrado por Back como el proceso de deshumanización, de aniquilación, relacionados con procesos de desvalorización de las personas: verse como un “animal” son procesos de deshumanización que no tienen consecuencias “radicales” pero pueden ser aplastantes para las personas.
Cuando se es adulto, hay un grado mayor de conciencia frente al ser, con los(as) otros(as), de lo que se es, de la diferencia. Al respecto, Sara se está interrogando sobre lo que significa ser Sorda. Ella, a la vez que se narra, se interroga por su condición, por su forma de ser y estar en el mundo y esto es a lo que Ricoeur (1996) llamó “identidad narrativa”, en cuanto acontece en su interpretación, de la historia humana, de la vida misma, de la auto-comprensión.
Antes… cuando yo tenía quince años, yo no quería ser sorda, me sentía mal, me sentía diferente a mis amigas… Yo pensaba negativamente, me sentía muy aburrida y triste… tuve que acostumbrarme…. yo me sentía rara y muy disgustada; mi mamá me decía que tenía que tener paciencia y entonces ella busco un lugar para venirnos para acá (Medellín) y encontró a CIESOR (colegio de ciegos y sordos) y ya todo bien. Porque yo recuerdo que mi mamá me contó que yo era oyente, yo no sé por qué soy sorda, muy raro, no sé por qué soy sorda. (Sara, mujer, 22 años).
Nos damos cuenta de la diferencia en relación con otros(as), en las formas de proceder, de interactuar, en las miradas, los gestos… así vamos descubriendo la identidad, aunque en muchas ocasiones está acompañada de sentimientos de vergüenza.
En la calle, cuando voy caminando, todos me miran diferente, no sé por qué. Los niños me miran mucho más, los niños son los que más me miran […] a mí me da pena a veces: también cuando voy por la calle hablando en señas con mis amigos sordos, los adultos nos miran, aunque ya lo veo normal. (Sebastián, hombre, 18 años).
DESPRENDO PALABRAS DE MIS MANOS, COMO QUIEN OTORGA PÉTALOS A LA TIERRA.
Reencontrar el mundo de los sordos es un alivio. No hacer más esfuerzos. No fatigarse más
en expresarse oralmente. Reencontrar las manos, su comodidad, los signos que
vuelan, que dicen sin esfuerzo, sin coacción. El cuerpo que se mueve, los ojos que hablan.
Las frustraciones que desaparecen de golpe,
Emmanuelle Laborit (2001)
Los(as) Sordos(as) se ven sometidos(as) a la situación dolorosa que viven sus padres por la situación antes mencionada y éstos pretendiendo lo mejor para sus hijos(as), en muchos de los casos, buscan los recursos necesarios para que aprendan a comunicarse a través de la oralización, que produzcan voz y es sobre éste aspecto que empieza a rodear la infancia de los niños y las niñas Sordos(as), muchas veces sin contacto y sin saber de otros(as) Sordos(as) a no ser del simple encuentro en fundaciones o centros terapéuticos con otras familias y otros niños(as) con su misma “dificultad” y aunque al interior de las familias saben de la comunicación en lengua de señas, se resisten a aceptarla, prohíben su uso y el contacto con otros(as) Sordos(as) que la utilizan, hace que se piense que al utilizar las señas se vean negados y/o no se esfuercen por la comunicación oral (sacar voz). Es por esto que una gran mayoría de niños y niñas Sordos(as), asisten a instituciones educativas con oyentes, donde no se tienen en cuenta sus condiciones particulares y por lo general, terminan excluidos, como nos lo cuenta Ricardo:
La profesora hablaba, muy rápido, yo me esforzaba mirándole los labios para coger algo pero ella se movía y caminaba, entonces a mi me quedaba muy difícil mirarla, cuando volteaba yo le miraba la parte de atrás, pues no estaba al frente mío, entonces yo perdía ese aprendizaje. (Ricardo, hombre 23 años).
La evolución lingüística de los niños(as) Sordos(as) que son educados en el oralismo es deficiente, manejan un léxico mínimo y sus construcciones gramaticales son precarias e incorrectas en español, tanto en forma oral como a nivel escrito. Este argumento se respalda con el estudio doctoral de Benigna García Fernández (2004), que dice que las personas Sordas de su investigación vivieron una educación oralista y los resultados no fueron muy satisfactorios, por ser una “comunicación superficial”, indica además que la ausencia de la “lengua de signos” (como es nombrada en España), deja a un lado el aprendizaje significativo y reconocen que sin ella, el aprendizaje resulta más dificultoso, pues es la lengua de signos la que les permite el acceso a la comprensión de los conceptos, su utilización favorece el desarrollo cognitivo, lingüístico y social del niño Sordo.
Con el paso de los años y al encontrarse con el fracaso escolar, las familias optan por la institución educativa para Sordos(as). Pasa pues, mucho tiempo en terapias de lenguaje, tratando de oralizar a los(as) niños(as) Sordos(as) y protegiéndolos, sin que se les brinde otras posibilidades y cuando menos lo piensan ya son jóvenes, ya son grandes y deben ir al colegio para Sordos, “a ver si llegan a comprender un poquito”, la dificultad entonces, es que ya son extraedad y no tienen los procesos académicos que deberían tener al momento de ingresar, además desprovistos de una lengua con la cual se puedan comunicar y comprender. Lo bueno de todo este asunto es que encuentran su horizonte, como lo expresa Matías:
Poco a poco fui comunicándome con los Sordos a través de las señas. En la casa de mi abuela yo pensaba y luego iba al colegio de Sordos y veía la comunicación con las manos. Me bautizaron y dijeron que mi seña era el lunar junto al labio y dije bueno. Luego vi una mujer con la misma seña, yo no sabía. Poco a poco cuando entendí la comunicación con señas cambié mi seña. Ya me comunicaba, antes yo era muy callado y luego empecé con las señas a ser muy conversador y necio, molestábamos, hacíamos chistes, bromas […] un Sordo me explicó, me dijo: somos iguales, nos entendemos en señas, nos identificamos, nos comunicamos con las manos, yo aprendí a comunicarme igual a ellos con señas, molestábamos mucho. Gracias a todos los Sordos aprendí las señas y podíamos hablar, entendernos, gracias a ellos esta lengua nos permitía molestar, hacer chistes, ser graciosos […] En el colegio de Sordos en Medellín el contacto con las personas era mejor, yo era fanático de estar allá, me encantaba este lugar, pues la comunicación era muy fluida, me relacionaba y compartía con todas las personas allá, no había ninguna dificultad comunicativa. En el pueblo era diferente, allá yo era muy solo, sin comunicación, sólo montaba bicicleta y me hablaban en forma de teatro, había dificultad en la comunicación. (Matías, hombre 25 años).
La Lengua de Señas les permite a los(as) Sordos(as) comunicarse de forma mucho más fluida y completa, pues la adquieren de forma natural y espontánea, no requiere de enseñanza sistematizada y favorece la evolución de las habilidades lingüístico-cognitivas.
Las familias y profesionales que están en contacto con Sordos(as) deben informarse muy bien sobre las necesidades y requerimientos para una buena interacción, especialmente estar muy atentos en sus conversaciones, pues ellos(as) mismos(as) dan las pautas para una mejor manera de estar en el mundo, según sus fortalezas. Debemos aceptar y pensar en los Sordos(as) como seres con otra forma de comunicación y no como “pobrecitos(as) porque no escuchan”, vistos desde una supuesta “normalización” que no existe. Los Sordos(as) usuarios de la Lengua de Señas, reclaman el derecho a utilizar este idioma que les es propio.
Creo que los adultos oyentes que privan a sus hijos de la lengua de señas no comprenderán nunca lo que pasa en la mente de un niño sordo. Existe la soledad y la resistencia, la sed de comunicarse y a la vez la cólera. La exclusión dentro de la familia, en casa, donde todo el mundo habla sin preocuparse de nosotros. Porque siempre hay que tirarle a alguien de la manga o del vestido para saber un poco, un poquito, lo que pasa alrededor de una. Si no, la vida es una película muda sin subtítulos. (Laborit, 2001, p. 77).
Es muy importante este relato, ya que muchas veces se olvida que él no escuchar hace que se pierda mucha información que es auditiva, a los(as) Sordos(as) se les debe transmitir la información del medio para que estén enterados de lo que sucede a su alrededor.
Realmente la Lengua de Señas posibilita a los(as) Sordos(as) una completa comunicación. Al respecto Cedillo nos cuenta:
Me sentía ligera, sin el peso del esfuerzo. Hablaba sin temor, sin estar pendiente de si entendía o no, de si lo que decía era una tontería o no, de si me equivocaba o no. Siempre pesaba sobre mí una sensación de angustia, de temor, de tensión, cuando me encontraba entre muchas personas sordas sentía un gran alivio. Volaba. (2005, p. 58)
En su primer día de visita a la asociación de Sordos, en España, Cedillo comenta: “[…] Estoy muy emocionada, tremendamente conmovida: esto es el paraíso. Un oasis en el desierto”, (2005p. 59.). Es muy significativa esta expresión, pues en ella se muestra claramente la identidad con este grupo de personas, la cual se construye con la comunicación y con otros Sordos(as).
Para Laborit fue, como ella misma lo expresa:
Más que un choque, una revolución! Me encuentro en la ciudad de los sordos. Por todas partes hay gente que hace signos: por las aceras, en los almacenes, por toda la zona situada alrededor de la Universidad Gallaudet. Se ven sordos por doquier. El vendedor de un almacén hace signos con la compradora, la gente se saluda, habla haciendo signos. Me encuentro, verdaderamente, en una ciudad de sordos. Me imagino que en Washington todo el mundo es sordo. Es como llegar a otro planeta, donde toda la gente fuera como yo […] la lengua es practicada normalmente, sin complejos. Nadie se oculta ni tiene vergüenza. Por el contrario, los sordos muestran un cierto orgullo, tienen su cultura y su lengua, como cualquiera. (Laborit, 2001, p. 63).
El contacto de los Sordos(as) con la Lengua de Señas posibilita la comprensión al ser ésta su lengua natural, una lengua que es viso-gestual.
El signo, esa danza de palabras en el espacio, es mi sensibilidad, mi poesía, mi yo íntimo, mi verdadero estilo… El lenguaje de los signos es nuestra primera lengua, la nuestra, la que nos permite ser seres humanos “comunicantes”. Para decir también que los sordos no deben rechazar nada, que pueden ser utilizadas todas las lenguas, sin gueto ni ostracismo, a fin de acceder a la vida. (Laborit, 2001, p. 7).
La Lengua de Señas brinda la posibilidad de relacionarse con los demás, de comunicarse; es la que permite expresar los sentimientos y pensamientos de los(as) Sordos(as) sin intermediarios, es su lengua natural, utilizada como vehículo para el desarrollo del pensamiento, el lenguaje y la comprensión, “se considera como un elemento cohesionador que permite a los sordos agruparse para compartir vivencias y saberes, es decir, para construir comunidad” (INSOR, 2006, p. 21).
“HE COMPRENDIDO QUE SOY SORDO(A)”… LA AFIRMACIÓN DEL SÍ MISMO
SÍ
Comprender, comprender vida.
Sí, dice,
nosotros querer hacer, mañana tranquilo estar sí,
cómo, no sé, Sordo siempre, siempre comprender, otros no.
Luz Estela Martínez (2010).
La adquisición de una lengua natural y el contacto con sus usuarios, posibilita la identidad, el contacto con Sordos(as) adultos(as) y la utilización de La Lengua de Señas posibilita la comprensión del sí mismo, de la identidad, del “yo”, así nos lo cuenta Laborit: “La Emmanuelle sorda no sabía que ella era “yo”. Lo ha descubierto con el lenguaje de signos y ahora lo sabe. Emmanuelle puede decir: “Me llamo Emmanuelle”. (2001, p. 49). En esta misma línea, del reconocimiento del sí mismo, en este caso, de la autocomprensión de ser Sordo o Sorda, es expresado por Laborit en los siguientes términos:
La esperanza que me da esa gente de Washington, ese lado positivo, me lleva a un descubrimiento más, muy importante, sobre mí misma: comprendo que soy sorda. Nadie me lo había dicho todavía […] “¡Yo soy sorda!”, Soy sorda no quiere decir: “Yo no oigo”. Quiere decir esto: He comprendido que soy sorda […] yo me llamo Emmanuelle. “Soy sorda” (2001, p. 65).
La afirmación: “He comprendido que soy Sorda” es un testimonio sumamente importante, pues muestra el momento exacto de la configuración de la identidad de alguien que hasta el momento no se comprendía, no se pensaba a sí mismo, sólo mediante el contacto con la lengua natural y con sus pares (Sordos/as) se puede llegar a esta reflexión, para la comprensión del ser y estar en el mundo (identidad). La interacción con otros(as) que utilizan el mismo código comunicativo, lleva a la conciencia de la identidad, a la reacción de sí mismo, referidas en el “yo» (Mead citado por Honneth, 1997, p. 94).
Para Ricardo este descubrimiento del sí mismo fue de la siguiente manera:
Asistía a dos instituciones: una en la cual me trabajaban la oralización y otra en la que utilizaban señas. Yo tenía ocho o nueve años cuando descubrí: ¡ah! es que yo soy Sordo; en una institución me trabajaban la oralización, entonces yo comprendí, allá hay unos profesores oyentes, mi mamá es oyente y veía que se comunicaban a través de la voz (moviendo sus bocas) y en otro contexto los Sordos se comunicaban a través de las señas (utilizando sus manos). Yo comprendí que era normal que los oyentes se comunicaran con la voz, que hablaran así y yo no podía hablar de una forma muy fluida, entonces ahí, me di cuenta y me dije a mí mismo: ¡ah! es que yo soy Sordo. (Ricardo, hombre 23 años).
En el momento en que el Sordo(a) se entera de su sordera, se hace consciente de su identidad como Sordo(a). Se puede decir que el contacto con la Lengua de Señas le posibilitó a Ricardo llegar a esta comprensión, aunque estaba inmerso entre los dos enfoques comunicativos, es la lengua natural, la que le da la posibilidad de comprenderse.
La identificación, con adultos(as) Sordos(as) es una “necesidad crucial”, como lo expresa Laborit, luego de su primer encuentro con un adulto Sordo:
Alfredo es, pues Sordo, sin aparato y además es adulto. Creo que he necesitado un poco de tiempo para comprender esta triple rareza. Por el contrario, lo que he comprendido inmediatamente es que no estoy sola en el mundo. Una revelación sorprendente. Un deslumbramiento. Yo, que me creía única y destinada a morir de niña, como lo imaginan muchos niños sordos, he descubierto que tengo un porvenir posible, ya que Alfredo es adulto y sordo. Esta lógica crucial se mantiene viva hasta que los niños sordos encuentran un adulto sordo. Tienen necesidad de ésta identificación con el adulto, una necesidad crucial. Hay que convencer a todos los padres de niños sordos para que los pongan en contacto lo antes posible con adultos sordos, desde el nacimiento. El desarrollo psicológico del niño sordo se hará más de prisa y mucho mejor. Se formará desprovisto de la angustiosa sensación de sentirse solo en el mundo sin un pensamiento construido y sin un porvenir. (2001, p. 47).
A los(as) Sordos(as) que se les prohíbe el encuentro con otros(as) con su misma condición de sordera, se les niega la posibilidad de comprenderse como ser humano digno, con un “porvenir” que le es común a todas las personas. Se pierde un tiempo valiosísimo y trascendental para la formación y desarrollo cognitivo del niño, pues si bien el desarrollo del lenguaje en esos primeros años es fundamental, el no permitirle contacto con sus pares Sordos adultos es impedirle acceder a una forma adecuada de comunicación, al desarrollo de su lengua natural (L.S.) a través de la cual accede a la información del mundo que le rodea.
Es necesario que los(as) niños(as) Sordos(as) tengan lo antes posible “modelos” Sordos(as) usuarios de la Lengua de Señas, pues le ayudarán en la adquisición de la lengua de una forma natural y al desarrollo de sus competencias comunicativas, además “son las personas que tienen el conocimiento implícito de ser y vivir como Sordos y por tanto manifiestan y transmiten en sus interacciones comunicativas cotidianas el patrimonio de valores de una comunidad”. (INSOR, 2006, p. 2).
EXPANSIÓN DEL SÍ MISMO… LA CREACIÓN DEL NOS-OTROS
Sentimos necesidad. Una enorme necesidad de encontrarnos entre nosotros, iguales, sordos y libres de serlo.
Emmanuelle Laborit. (2001)
Cuando se llega a la comprensión como persona Sorda y como perteneciente a la comunidad Sorda, ya no se puede vivir aislado(a), porque se tiene esa necesidad de estar juntos, de comunicarse, así como lo expresan en sus relatos Matías y Laborit:
Yo siempre quiero estar con los sordos, yo si estoy pendiente de mi mamá, le digo que se cuide, pero me gusta más estar con mis amigos Sordos, me identifico con ellos, necesito estar en contacto con ellos… me gusta más estar con los Sordos ya que la comunicación es más fluida con ellos. (Matías, hombre, 25 años).
La Lengua de Señas les posibilita comprender y ser comprendidos(as). Los Sordos(as) que se identifican como tal, la aceptan y la utilizan para su comunicación.
Vivir un mes sola con los que oyen es duro. El esfuerzo es constante. Una se pregunta si va a poder aguantarlo. La diferencia existe, inevitablemente. Se tiene necesidad, en verdad, de ver sordos. Lo experimenté una vez en España, con mis padres. Al finalizar el mes sentí angustia, la sensación de que me ahogaba. Había llegado al último límite. Es inimaginable pasar muchos meses sin sordos, sola en un ambiente de oyentes. Me pregunto cómo lo soportaría. ¿Acaso gritaría de nuevo como una gaviota? ¿Acaso me enfadaría? ¿Acaso suplicaría que me miraran, que no me olvidaran? (Laborit, 2001, p. 124).
El contacto con otros(as) Sordos(as) ayuda a la comprensión de lo que se es, de la identidad personal, lo cual crea fuertes lazos de familiaridad como grupo del que se siente parte y por el que se tiene “sentido de pertenencia”, al verse comprendido(a), apreciado(a) y sin barreras, específicamente en la comunicación.
CAPACIDADES Y POSIBILIDADES: TEJIENDO OPORTUNIDADES DE ENCUENTRO EN LA DIFERENCIA.
Nada sobre nosotros sin nosotros.
Padgett (2004).
Los Sordos y las Sordas han estado enmarcados dentro del término “discapacidad”, lo cual ha sido motivo de exclusión, estigmatización, de grandes consecuencias para su igualdad como ciudadanos y que no se tuvieran en cuenta sus particularidades ni ser reconocidos(as) y tenidos(as) en cuenta en la participación ciudadana en los diferentes escenarios sociales. Afortunadamente, en los últimos tiempos, se viene tratando de manera renovada el tema de la “discapacidad” y allí ha logrado consolidarse una nueva posición relacionada con que todos los seres humanos tengan una dignidad, una vida que incluya el “funcionamiento auténticamente humano” descrito por Marx en 1844 (citado por Nussbaum, 2006, p. 86.), y una vida digna, en la que se respeten sus derechos.
Siguiendo esta idea, Nussbaum plantea el enfoque de las capacidades a partir de la concepción de dignidad del ser humano y de una vida acorde con ella, en aquello que las personas son efectivamente capaces de hacer y ser, según una idea intuitiva de lo que es una vida acorde con la dignidad del ser humano (2006, p. 83). Este enfoque parte de la concepción aristotélica de que “el ser humano como un ser social y político, se realiza a través de sus relaciones con otros seres humanos” (Nussbaum, 2006, p. 97.).
Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, se plantea la igualdad en cuanto a dignidad humana, y diferencia en relación a las formas de ser y estar en el mundo, así como lo plantean Herr, Gostin y Koh:
La verdadera igualdad para los discapacitados impone un cambio de actitud en el conjunto del tejido social – del que todos formamos parte – para garantizar que ya no son vistos como un problema, sino como personas con unos derechos de cumplimiento tan imperativo como el que esperamos para los nuestros. La igualdad pone fin a nuestra tendencia a percibir “defectos” en el individuo, y traslada nuestra atención hacia las deficiencias en los mecanismos sociales y económicos que no son capaces de integrar las diferencias. (Citados por Nussbaum, 2006, p. 202).
Las personas Sordas, como población diversa, está tomando fuerza, están trabajando en torno a la identificación, a la articulación, al fortalecimiento y a la proyección, para el cambio y la transformación, dentro de sus proyectos de vida, dejando de lado la conmiseración y la lástima que los ha acompañado a lo largo de la historia, la cual presenta serios retos económicos, sociales y políticos en la lucha por el reconocimiento, que entraña una exploración rigurosa y constante en las concepciones, cuestiones e interrogantes relacionados con la equidad, la justicia social, la exclusión y la participación ciudadana, en la búsqueda de un mundo social y material no discriminatorio ni opresivo, por lo cual tienen su propio lema: “Nada sobre nosotros sin nosotros” (Padgett, 2004).
Los Sordos y las Sordas se están uniendo con otras personas que presentan otros tipos de discapacidades y de sus representantes, en la lucha por el reconocimiento, y la aceptación de la diferencia. El fin es rescatar las capacidades en vez de acentuar las “discapacidades”, pretenden el logro de una sociedad que reconozca la diferencia y la diversidad, pensada y diseñada para hacer frente a las necesidades de todos y todas con igualdad de oportunidades. La Lengua de Señas Colombiana, reconocida a partir del año 1996, les ha permitido a los Sordos la posibilidad de comunicarse, dejando de lado esa barrera que los marginó durante muchos años. Es por ello que en la actualidad se viene teniendo una mirada multicultural, la cual es más amplia y abarcativa, que deja aparecer naturalmente al ser humano en toda su integridad y diversidad. En el caso de los(as) Sordos(as), antes que una persona que no puede oír, hay esencialmente un ser humano con su singularidad; no hay que detenerse en los obstáculos y sí hay que ver siempre las posibilidades.
El 13 de diciembre del año 2006, Colombia firmó el documento de la “Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, la cual fue plenamente ratificada, aprobada y legalizada el 10 de mayo de 2011 por parte del Estado colombiano, en la Ley 1346 de 2009. Esta certificación es un paso fundamental para el avance de la garantía y la proyección de los derechos humanos de la población con discapacidad en Colombia. Este enfoque mundial de la discapacidad basado en derechos humanos, exige importantes cambios en la forma como se concibe a la misma persona con discapacidad y a la manera como tradicionalmente se viene dirigiendo sus organizaciones y las que los representan.
Nuevas tendencias de ver la discapacidad bajo un enfoque de derechos y no asistencial, demanda de la sociedad, de las organizaciones y de los individuos que las conforman grandes cambios en la postura y en las actitudes para que generen y promuevan el surgimiento de una nueva cultura de capacidad y de la ciudadanía participativa.
El debate sobre los derechos de las personas discapacitadas, tiene que ver con garantizar el disfrute efectivo y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos sin discriminación, que promueve la diferencia, aprecia la diversidad y la transforma en una ventaja, un valor, una oportunidad y un derecho. El enfoque de las capacidades de Nussbaum surge, de hecho, como un intento de justicia y dar visibilidad, posicionándolos en el escenario de los programas y políticas en general.
Todo esto ha sido beneficioso para la población Sorda y aunque están en una etapa inicial en la que encontrarán muchos tropiezos y en el que se enfrentarán a la experimentación por ensayo y error, es un cambio interesante de participación ciudadana, es una oportunidad importante para sus vidas, es una transformación importante para su dignidad como seres humanos y el comprenderse Sordo(a) es de suma importancia para asumir la vida con dignidad en el mundo social.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Esta revisión permite percibir dentro del marco social, la génesis de la persona Sorda y el proceso de la construcción de la identidad, cuyo destino ha estado enmarcado por una serie de circunstancias particulares de vida, desde el momento en que se descubre su sordera, se inicia una gran “batalla” que los envuelve a lo largo de la vida y que comienza en su entorno familiar, al verse enfrentados a lo desconocido, a lo extraño y diferente, que conlleva a la “obsesión de algunos padres para que sus hijos hablen como ellos” (Cedillo, 2004, p. 307).
Cuando los(as) Sordos(as) encuentran en su camino personas con su misma condición, cuando descubren su forma natural de comunicarse, sienten que se ensanchan o amplían sus posibilidades de ser y de estar en el mundo, un mundo que pueden compartir con otros(as). En los relatos autobiográficos, se dan cuenta que no están solos, hay otros(as) como ellos(as), otros que sienten, padecen y experiencian sus vivencias de forma similar a la suya.
La Lengua de Señas es la lengua natural de las personas Sordas, es la que les permite comprender y comprender-se, pues a través de ella pueden expresar sus sentimientos, situaciones y emociones con libertad, sin esfuerzos. Más que obligarlos a ser como nosotros, los oyentes, deberíamos generar condiciones que les permitan a ellos(as) y a nosotros(as) interactuar. Es allí en donde radicaría un importante esfuerzo social y político.
El tema de las capacidades se va tornando en un objeto de discusión cada vez más amplio y se observa la expresión de sensibilidades distintas en la sociedad frente a este tema. Por ello, es necesario tener presente el problema de la estigmatización que injustamente se venía aplicando de los unos hacia los otros, y aunque es un proceso lento, se ven los cambios que se van dando hacia la búsqueda de un mejor bienestar; por el momento se vislumbra una frontera entre esos mundos existentes que, en palabras de Waldman, se nombra de la siguiente manera:
Allí donde la frontera divide, tangencialmente, universos que parecen no tocarse ni cruzarse, las voces se mezclan y los espacios se entrelazan para redefinir las señas de identidad. Región estratégica de innumerables cruces de todo tipo, la frontera puede ser muro infranqueable, utopía de la separación y la segregación pero, al mismo tiempo, fortaleza que no puede impedir lo que implica la proximidad y el choque entre ambos bordes. (2009, p. 17).
A pesar del límite que pueda existir, los seres humanos buscan la manera de salir adelante, de buscar mejores condiciones para superar las barreras y este ideal se puede lograr si tenemos en cuenta las particularidades de cada uno(a), las capacidades y fortalezas, si aceptamos y respetamos los modos de ser y estar en el mundo, brindando la oportunidad de desenvolverse libremente según las condiciones individuales.
Cuando los(as) Sordos(as) llegan a la comunidad Sorda y se identifican, se sienten felices, sienten que por fin se encontraron, que por fin llegaron a un mundo que los reconoce y estima, en el que se sienten realmente seres con valía y propósitos. La Lengua de Señas y el contacto con otros(as) Sordos(as) les posibilita la configuración y reafirmación de su identidad, de su singularidad y de su aporte a la construcción de un proyecto común y compartido. El fortalecimiento de la identidad de los Sordos y las Sordas, el aprendizaje de la Lengua de Señas, los logros a nivel educativo obtenidos y la ampliación de las expectativas individuales y colectivas de la comunidad Sorda recrea oportunidades fundamentales para vivir una vida más plena y digna.
Sin duda, el trabajo de investigación, y los aportes que modestamente puede contribuir este artículo, se ubican en las fronteras y en los bordes para hacer visible lo que ha permanecido, histórica, invisible o ausente de las reflexiones no sólo políticas sino también académicas sobre el tema de los(as) Sordos(as). Ahora estamos seguras de la emergencia de sensibilidades diversas sobre el tema y esperamos seguir haciendo un aporte para favorecer el posicionamiento y visibilización de sus demandas en la esfera pública, esto no con el propósito de hablar por ellos(as) sino de convocarlos(as) a participar activamente como sujetos de derechos y con pleno reconocimiento de sus capacidades en la construcción del mundo común.
REFERENTE BIBLIOGRÁFICO.
Arfuch, L. (2002). El Espacio Biográfico. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Cedillo, P. (2004). Háblame a los ojos. España: Ediciones Octaedro.
García, B. (2004). Cultura, Educación e Inserción Laboral de la Comunidad Sorda. Tesis doctoral. Universidad de Granada.
Honneth, A. (1997). La lucha por el reconocimiento. Por una gramática moral de los conflictos sociales. Barcelona: Crítica. (Trabajo original publicado en 1992).
INSOR. Educación Bilingüe para Sordos – Etapa Escolar” – Orientaciones Pedagógicas. Documento Nº 1. Bogotá, D. C., 2006.
INSOR. Los Modelos Lingüísticos Sordos en la Educación de Estudiantes Sordos. Bogotá, D. C. 2006.
Laborit, E. (2001). El grito de la gaviota. (Tercera Edición). Barcelona, España, Editorial Seix Barral. S.A.
León, E. (2009). Los rostros del otro. Reconocimiento, invención y borramiento de la alteridad. Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Autónoma de México. ANTHROPOS.
Ley 1346 de 2009. “Convención sobre los derechos de las personas con Discapacidad”. Congreso de la República. Recuperado el día 30 de agosto de 2011 del sitio web: http://www.elabedul.net/Documentos/Leyes/2009/Ley_1346.pdf.
Martínez. L.S. (2010). El libro del silencio. Editorial Cuadernos Negros.
Nussbaum, M.C. (2006). El ocultamiento de lo humano: repugnancia, vergüenza y ley. Buenos Aires (Argentina). Ed. Katz. 420 p.
Nussbaum, M.C. (2006). Las fronteras de la justicia. Consideraciones sobre la exclusión. Barcelona, Buenos Aires, México. Paidós estado y sociedad 145.
Padgett, Florence. (2004). Buscando un mundo más perfecto. La FMS y los derechos humanos. Revista Federación Mundial de Sordos. pp. 24-25.
Palacios A. (2008). El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. (1ra. Ed.). Madrid, España: Grupo editorial CINCA.
¿Qué es la discapacidad? De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (s.f.). Recuperado el día 26 de Diciembre de 2010 de: http: /www.posrpoliolitaff.org/docs/QueEsLaDiscapacidad.pdf, 26 dic. 2010.
Ricoeur, P. (2006) Caminos del reconocimiento. Tres estudios. Trad. De Agustín Neira. (1ra. Ed.) México: FCD.
Sabido, O. (2009). El extraño. En E. León (Ed.) Los rostros del otro. Reconocimiento, invención y borramiento de la alteridad, (pp. 25 – 59). Universidad Autónoma de México. ANTHROPOS. Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias.
Sen, A. (2007). Identidad y violencia. La ilusión del destino. Katz Editores. Traducido por Verónica Inés Weinstabl y Servanda María de Hagen. (1ra. Ed.). España.
Skliar, C. (s.f.). Poner en tela de juicio la normalidad, no la anormalidad. Recuperado el 26 de Diciembre de 2010 del sitio Web: http://www.vocesenelsilencio.org.ar/
Waldman, G. (2009). El rostro de la frontera. En E. León (Ed.) Los rostros del otro. Reconocimiento, invención y borramiento de la alteridad, (p. 17). Universidad Autónoma de México. ANTHROPOS. Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias.
[1] Acerca de la autora:
Clara Inés Montoya Gómez es Licenciada en Educación Especial (1999). Magíster en Educación y Desarrollo Humano (2012), Universidad de Manizales. Con formación en Lengua de Señas Colombiana (LSC), investigación y Logogenia.
Maestra de sordos en la Institución Educativa Francisco Luis Hernández Betancur, Medellín (Colombia), desde 2002. Intérprete de la LSC en la Arquidiócesis de Medellín, desde 1998 y en el Programa: Leer en –seña, hora del cuento para Sordos y Sordas en la Casa de la Lectura Infantil de Comfenalco, desde 2007; con experiencia en interpretación en el medio televisivo y universitario, en el programa de Pedagogía Infantil (Universidad del Tolima). También me desempeño, actualmente, como docente en la Universidad de Antioquia, en la Licenciatura de Educación Especial.
Ganadora de la Medalla Cívica Luis Fernando Vélez Vélez por el Proyecto: Ciudadanía Sorda: recepción y producción de cuentos para el fortalecimiento de las competencias ciudadanas (2012).
E-mail: claramya@gmail.com
GRADEZCO ESTA INFORMACIÓN SOY PROFESORA EN UNA INSTITUCIÓN SUPERIOR E IMPARTO CLASES SOBRE DEPORTE ADAPTADO, ME PROPORCIONAN UN GRAN NUMERO DE HERRAMIENTAS A TRABAJAR CON MIS ALUMNOS.
NUEVAMENTE GRACIAS.
Son tematicas muy importantes. Yo tengo estudiantes sordos. Gracias por compartir este documento. Porfavor a mi correo pueden mandarme informacion sobre personas con discapacidad.
Estimada Anel, gracias por tus comentarios! No tenemos todavía una Newsletter, pero vamos a retomar la idea de preparar una. En nuestra página de facebook (https://www.facebook.com/CulturaSorda.eu/) aparecen constantemente avisos sobre las novedades. Saludos!