Madrid, 2011.
Sección: Artículos, historia.
Mengua nuestra sería, si saliesen fallidas las esperanzas que tiene concebidas
el Público, el Gobierno, la Nacion entera; si degenerando del zelo y
constancia con que la Sociedad ha dado principio á esta digna empresa,
inutilizáramos con nuestra floxedad tantas fatigas y desvelos.
Duque de Osuna.
Sumario:
1. Los antecedentes.
2. Un difícil comienzo.
3. Hacia la consolidación del Real Colegio.
4. La educación de la mujer sorda.
5. De la mano con los demás.
Resumen
Hablar con cierta hondura de los inicios y la consolidación de la educación formal de las personas sordas a lo largo del siglo XIX consiste en contar una historia maravillosa: unos hombres llamados ilustrados se proponen mejorar la nación, con la mirada puesta en París donde “se decía haberse renovado los tiempos apostólicos, puesto que oían los sordos y hablaban los mudos, …veían los ciegos y caminaban los cojos.” y, con la ayuda de un francés, un militar, un abate, un abogado, un médico y un diplomado en artes metidos a educadores lo consiguen. Conocer esta realidad, fruto del esfuerzo singular de unos hombres y mujeres, en torno a un problema: la sordera —concebido como déficit de ciudadanía— y a una incipiente institución “…que restituye á la sociedad tantos miembros perdidos para ella.”, nos permitirá pergeñar las bases sobre las que, hoy, pivota la educación especial.
Palabras clave: educación de las personas sordas, siglo XIX, Real Colegio de Sordo-Mudos, Sociedad Económica de los Amigos del País, educación especial. Leer más … descargar artículo (PDF, 138 KB)
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