El catecismo de Hervás para sordos de 1795 y su influencia en España, al hilo del llamado catecismo Simón, con comentarios sobre lo publicado por Pedro Martínez Palomares respecto a este tema

Antonio Gascón Ricao, 2021

Introducción

El año 2020 fue novedad editorial en Madrid la aparición de un estudio relativo a la existencia de un catecismo para sordos en España, hasta aquellas fechas desconocido. Se trata de Breve tratado, Lengua de Signos y Educación en la España de principios del siglo XIX, editado por el Real Patronato sobre discapacidad y firmado por Pedro Martínez Palomares (Martínez Palomares, 2020). Estudio que da pie a poner al día un antiguo trabajo referido al catecismo de Lorenzo Hervás y Panduro de 1795 (Gascón Ricao, 2014) , dado su indudable interés a la vista de dicha publicación, que seguidamente se pasará a comentar con el detalle que merece.

En España si hablamos de catecismos para niños, el más popular de todos ellos fue sin duda alguna el del padre Jerónimo Martínez de Ripalda (1536 – 1618), jesuita español y autor del famoso catecismo Doctrina christiana con una exposición breve, obra que editada en Burgos en 1591, tuvo una segunda edición en Toledo en 1618. Publicación que con el tiempo acabó siendo la que más impresiones tuvo o la que más difusión alcanzó dentro del ámbito español.

Con posterioridad al Catecismo de Ripalda en 1599 apareció el catecismo de otro jesuita, Gaspar de Astete (1537 – 1601) titulado Doctrina cristiana y documentos de crianza, formulado en base a preguntas y respuestas, personaje que ejerció la docencia de Moral en Salamanca o que gobernó como rector los colegios de Villimar y Burgos . Catecismo que al hacerse popular pasó a ser conocido como Catecismo Astete.

Ambos catecismos, redactados todavía bajo el influjo del Concilio de Trento, fueron hasta cierto punto herederos del llamado Catecismo Romano o de Pío V, publicado en 1566, pero en su tiempo ambos catecismos españoles tuvieron el privilegio de pasar impresos incluso a Latinoamérica e incluso a la lejana Filipinas, donde fueron traducidos a las diversas lenguas indígenas. Así, de la obra de Ripalda se imprimieron traducciones en algunas de las lenguas nativas mexicanas más populares, cuando menos al náhuatl, al otomí, al tarasco, al zapoteco o al maya, mientras que el de Astete pasó a Filipinas traducido al tagalo, o en España pasó a ser traducido al catalán y al euskera.

Sin embargo, ninguno de aquellos autores, siendo ambos jesuitas, sintió necesidad alguna de difundir aquella misma doctrina cristiana entre el colectivo minoritario que representaban las personas sordas españolas. Inquietud que sí tuvo su hermano en religión, el también jesuita Lorenzo Hervás y Panduro, que con la mejor voluntad del mundo intentó reparar aquel abandono imprimiendo dos Catecismos, que en puridad resultaron ser uno … (para seguir leyendo, haz clic en este enlace y descarga el documento completo en PDF)

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *