Luis Escobar y Gicelle Barajas, 2024
Resumen
El tema del nombre propio es también de la referencia. Los nombres propios son los ejemplos paradigmáticos por referir a entidades únicas en el mundo (unicidad). En las lenguas de señas, existen expresiones gestuales que identifican a las personas en las comunidades sordas y se distinguen del deletreo de su nombre dado en alfabeto latino. Los estudios sobre este tema han descrito al nombre propio en señas según las configuraciones de la mano y sus otras características articulatorias, según algunos principios generales sobre la significación de tener el nombre propio en la comunidad y cómo funciona. No obstante, se hace casi nula mención de los conceptos básicos que involucran la formulación teórica de los nombres y la unicidad. En el presente trabajo, argumentamos que las descripciones sobre este tema son deliberadamente simplistas y reduccionistas, no porque exista una voluntad de marginar a las lenguas de señas, sino porque históricamente hemos sido condicionados para actuar así. A partir de la crítica decolonial y una perspectiva antirepresentacionalista del lenguaje, mostramos las controversias que conforman el asunto de los nombres propios y proponemos una mirada integrada que avanza en la deconstrucción de polarizaciones y falsas dicotomías en el discurso lingüístico e identitario.
Palabras clave: nombre gestual; ritual de nombramiento; identidad; enactivismo; racismo internalizado.
1. Introducción
Las lenguas de señas tienen prácticas de nombramiento como sucede en todo el lenguaje. No nos referimos con esto, en general, a las expresiones para las cosas (como los sustantivos simples: casa, vaso, perro), sino a las expresiones que identifican personas, lugares y entidades familiares como únicas en el mundo, comúnmente llamadas en la descripción lingü.stica nombres propios. Estos nombres colindan socioculturalmente con los nombres oficiales dados en la lengua dominante (español, inglés) que se escribe, frecuentemente, en alfabeto latino. Así, en lengua de señas, se nombra a veces aludiendo gestualmente a las letras alfabéticas utilizadas en las iniciales del nombre, a veces indicando alguna característica visible de la entidad nombrada (si es una persona, un rasgo de su rostro, por ejemplo) y, a veces, una combinación de ambos (entre otras posibilidades).
Los nombres que identifican personas han mostrado tener convenciones semejantes a lo largo de distintas lenguas de señas en el mundo: como la lengua de señas americana (Supalla, 1990), la lengua de señas sueca (Börstell, 2017), la lengua de señas japonesa (Nonaka et al., 2015), la lengua de señas holandesa y la Kata Kolok en Bali (Lutzenberger, 2018), la lengua de señas griega (Kourbetis y Hoffmeister, 2002), la Lengua de Señas Mexicana1 (Cruz-Aldrete y Muciño, 2022), la lengua de señas británica (Day y Sutton-Spence, 2010) y la lengua de señas maya yucateca (Le Guen et al., 2023). Se describen como indicadores de cambio en la identidad de quien es nombrado, como un acto de aceptación de la persona en la comunidad sorda. Este nombre, como se verá más adelante, se distingue claramente del deletreo del nombre en alfabeto latino.
En general, la literatura citada sobre el tema busca distinguir los procesos morfológicos de formación de estas señas de nombramiento. Las opciones más comunes son utilizar o no utilizar el alfabeto en señas, elegir un rasgo experiencial (físico o anecdótico) de la persona y combinar ambos. También se estudian en estos trabajos los rasgos físicos más sobresalientes que son tomados de la persona que es nombrada. Por otra parte, se complementa este análisis con las costumbres sobre quién puede diseñar el nombre para alguien, cuándo y en qué circunstancias alguien puede cambiar la forma de su nombre o sustituirlo por otro.
Desde este punto de vista, el mérito del análisis está, precisamente, en la clasificación de la formación de las señas. Hedberg (1994, pp. 419-422), uno de los trabajos pioneros, analiza 1108 señas (de un corpus de 3114 señas en total) y las ubica en 6 clases (y sus subclases), según los rasgos que las componen: (i) la apariencia de la persona, (ii) sus maneras o costumbres características, (iii) su parecido con algo o alguien, (iv) el grupo social (como la ocupación de trabajo), (v) los números (vi) el nombre de la persona en alfabeto latino; más las combinaciones posibles de los anteriores.
La propuesta del presente trabajo es, por una parte, argumentar a favor de la dimensión antropológica
de los nombres gestuales en la lengua de señas al presentar una descripción más consciente de su papel cultural y social, que revierta el afán reduccionista de algunas afirmaciones plasmadas en la literatura sobre el tema. En segundo lugar, avanzar en la decolonización de la descripción lingüística (Flores y Rosa, 2022; Hill, 2022; Smalls et al., 2021) y deconstruir el discurso de las “descripciones básicas (o neutrales)” heredero de la marginación cultural. Esto supone, en tercer lugar … (para continuar leyendo, haz clic en este enlace, que lleva al sitio donde fue publicado originalmente este artículo y permite la descarga completa en PDF)
Este texto se publicó originalmente en:
Lengua y Sociedad. Revista de Lingüística Teórica y Aplicada, Vol. 23, n.º 1, enero-junio 2024, pp. 579-607, ISSN-L 1729-9721; eISSN: 2413-2659, https://doi.org/10.15381/lengsoc.v23i1.27501
Se publica parcialmente aquí con la anuencia de sus autores
Sé el primero en comentar