Barcelona, 2013.
Sección: Artículos, historia.
José Ramón López de los Mozos, en su artículo de 1990, Algunos datos sobre Don Luis Gil Ranz, discípulo de Goya,[1] admitía sin tapujos, los escasos datos que se conocían, en aquellas fechas, sobre uno de los pocos y escasos discípulos de Goya, en su caso, de Luis Gil Ranz, nacido en Renales, Guadalajara, el 12 de octubre de 1787.
El mismo López de los Mozos daba razón igualmente de que otra de las fuentes de conocimiento al respecto del personaje era Manuel Ossorio y Bernard, que en su obra Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, 1868, incluía un extenso artículo dedicado a aquel oscuro y desconocido pintor.
Pero a la vez daba noticia de que el bibliógrafo Juan Catalina García López, apuntaba a Gil Ranz como autor del retrato de Diego Eugenio González Chantos y Ullauri,[2] pintado, según Catalina García, en noviembre de 1809, y estando fugitivos ambos, Gil Ranz y González Chantos, de los franceses, pero añadiendo López de los Mozos, que cuando Gil Ranz contaba 22 años. Un hecho obvio puesto que sólo hacía falta restar de la cifra de aquel año de 1809, la del nacimiento de Ranz en 1787, para llegar a aquella simple conclusión.
Otra cuestión que resaltaba López de los Mozos era que una de las fuentes principales de información de Ossorio y Bernard, había sido, al parecer, un hijo de Gil Ranz llamado Manuel Gil Sacristana, personaje sobre el cual volveremos más adelante al haber salido artista como su progenitor, hijo que dará a Ossorio una información vital, y sobre la cual hasta la fecha no se había reparado, tal como se podrá ver.
Pero de ser justos, la aportación más importante de aquel artículo de López de los Mozos pasaba por el descubrimiento de la partida de bautismo de Gil Ranz, según la cual el personaje había nacido concretamente el día 12 de octubre de 1787, siendo bautizado el 14,[3] fecha última hasta entonces confundida, de forma habitual, como la propia de su nacimiento.[4] Pero lo que no remarcó de aquella partida, fue el hecho singular que aquel niño había sido “bautizado de socorro” por el médico cirujano de la villa, Francisco Millán, ceremonia que indica que el niño, desconocemos el motivo, había sido bautizado a la carrera, y bajo aquella fórmula, pero ante la duda de que fuera un bautismo dudoso,[5]se le volvió a bautizar, puesto que esto era lo habitual, y de ahí la discrepancia de fechas, al haber sido bautizado dos veces. De ahí también que el cura que lo bautizó, Nicolás Herranz afirme que: “puse oleo y Crisma e hice los demás exorcismos” (sic), dando a entender que le había dado
Después López de los Mozos se alargaba al respecto de la andadura vital de Gil Ranz, pero siguiendo las palabras de Lafuente Ferrari: [6]
“Luis Gil Ranz había nacido en Renales, Guadalajara, el 14 de octubre de 1787: sobrino de un librero de la calle de la Cruz llamado Elías Ranz, éste le trae a Madrid y le pone a trabajar con Goya. El acontecimiento cumbre de la vida de Gil Ranz es aquel viaje que, en compañía de Goya, hizo a tierras de Aragón, en 1808, cuando se dice que, llamado por Palafox, entre el primero y segundo sitio de Zaragoza, pintó don Francisco algunos episodios de la guerra, y especialmente, incidentes del asedio y defensa de la plaza. El papel de Gil Ranz en este viaje no fue propiamente el de un discípulo, sino más bien el de un acompañante, que suplía al sordo maestro en lo que no podía valerse. En la familia de Gil Ranz debió quedar tradición de los peligros que Goya y su edecán corrieron; llegaron a ser creídos espías y, al huir del enemigo, tuvieron que refugiarse en Renales, desde donde lograron trasladarse a Madrid.”
López de los Mozos hablaba en otro apartado de su trabajo, de las confusiones sufridas según él por Lafuente Ferrari, o de las supuestas de Mayer, al decir el último, que en aquel viaje a Zaragoza el acompañante era Goya y no a la inversa, recogiendo aquella historia donde Mayer decía:
“en el que fueron considerados espías, cuando en realidad, dada la enorme sordera de Goya, éste y su alumno deberían usar un sistema de comunicación a base de signos para entenderse correctamente. Poco después lograrían escapar y se refugiaron en Renales hasta la oportunidad de poder llegar a Madrid” [7]
A la vista de lo anterior, se desató nuestro interés por el personaje de Gil Ranz, y más en particular al dar López de los Mozos por buenos aquellos comentarios, y en particular, al aceptar el hecho de que Goya “utilizaba un sistema de comunicación a base de signos”. Un punto totalmente incierto, puesto que Goya, que sepamos, jamás habló la lengua de señas o signos, lengua propia de las personas sordas, de lo cual se infiere que las opiniones o los comentarios tanto de Mayer como los de López de los Mozos, son una pura especulación.
“… cuando en realidad, dada la enorme sordera de Goya, éste y su alumno debían utilizar un sistema de comunicación a base signos para entenderse correctamente.” [8]
Es por ello que si entramos, en directo, en las noticias al respecto de la sordera de Goya, o sobre cuáles fueron los medios alternativos que tuvo que utilizar en un vano intento por paliar aquella deficiencia física, la primera noticia que tenemos es gracias a una carta de Ramón Posada, a la sazón residente de la Junta de Gobierno de la Academia de San Carlos, de Méjico, fechada en Madrid el 26 de noviembre de 1794, y dirigida a la propia Academia mejicana donde Posada daba razón de su gestión con Goya, al cual se le había encargado previamente un cuadro con destino a dicha Academia, noticia de la que se viene a desprender que Goya no oye en absoluto, y por ello, de intentar comunicarse con él, se le deben escribir notas:
«Con este fin, y el de conocer a Don Francisco Goya, pasé a su casa, y le hallé del todo sordo, de manera que fue necesario hablarle por escrito».[9]
Dos años más tarde, en 1796, y según Camón Aznar, Zapater, el que fuera su amigo del alma, afirmaba en una carta que «Goya habla por la mano». Es decir, que Goya no habla mediante señas o signos, como afirmaba Mayer, sino con las letras de la mano, o sea, mediante el uso de un alfabeto dactilológico, alfabeto que se ejecuta con la ayuda de los dedos de la mano derecha, con los cuales se simbolizaban, con mayor o menor fortuna, las letras minúsculas y en cursiva del alfabeto español. [10]
De tener en cuenta ambos testimonios, se puede llegar a la conclusión de que cuando Goya presenta su renuncia a la dirección de la Pintura en la Real Academia, el 4 de abril del 1797, que le será aceptada en función de «que una de sus enfermedades sea la sordera tan profunda que, absolutamente, no oye nada, ni aún los mayores ruidos, desgracia que priva a los discípulos de poderle preguntar en su enseñanza «,[11] lo hace muy consciente de que su sordera será permanente, y como tal lo acepta y se resigna, al no poder oír e inmediatamente poder responder a las preguntas de sus alumnos, prueba de que en aquel momento Goya no tiene intérprete alguno, como un tiempo después tendrá.
Por otra parte, y con independencia de que Goya se pudiera comunicar de forma muy somera y mediante el uso de notas escritas, pero sólo con gentes que supieran leer y escribir, (Ramón Posada) o por mediación de un alfabeto dactilológico, con las personas que lo conocieran y lo supieran utilizar (Zapater), ambos hechos demuestran con claridad meridiana que Goya ha renunciado, diríamos que de forma definitiva, a utilizar otro recurso alternativo, muy propio de los sordos, la lectura labial, que de haberla practicado, le hubiera permitido prescindir tanto de las notas escritas como del propio alfabeto manual, al poder contestar en directo vocalmente, pero todo apunta a que Goya decidió no hablar vocalmente, al limitar su comunicación a las notas simples o al alfabeto manual.[12]
Como confirmación de lo anterior, el 27 de marzo de 1798, en una carta del propio Goya a su amigo Zapater, aquel le explicaba que:
«el ministro (de Gracia y Justicia, Melchor Gaspar de Jovellanos) se ha excedido en obsequiarme llevándome consigo a paseo en su coche, haciéndome las mayores expresiones de amistad que se puedan hacer, me consentía comer con capote porque hacía mucho frío, aprendió a hablar por la mano, y dejaba de comer por hablarme… «.[13]
Es decir, Jovellanos no habla a Goya verbalmente, pero sí por mediación de las letras de la mano. Aunque una cuestión curiosa es la de advertir que Ossorio y Bernard, en su obra de 1868,[14] hacía un comentario, sobre el cual no repararon ni Lafuente Ferrari ni el propio López de los Mozos, al afirmar Ossorio, de forma concluyente, que “Gil Ranz tenía que hablar (a Goya) valiéndose del alfabeto de los “ sordo-mudos” “[15].
Aquel comentario de Ossorio, de haberse interpretado correctamente, zanjaba cualquier otra discusión al respecto del sistema que utilizaba Goya para poder comunicarse en ambos sentidos, y prueba evidente de que aquella misma información provenía del hijo de Luis Gil Ranz.
Sin embargo, cabe preguntarse cómo fue posible que nadie reparara en aquel puntual detalle, del uso de aquel alfabeto manual por parte de Goya, teniendo en cuenta que aquella noticia apareció en una fecha tan temprana como fue 1868. Aquel mismo despiste general dará que a posteriori surgieran afirmaciones entorno al supuesto uso, por parte de Goya, de un sistema a base de signos, tal como acabamos de ver, y teniendo en cuenta que nada tienen en común un sistema no verbal con el otro, el de la mano alfabético simbólico con el de signos o señas, y con total indiferencia de que en ambos casos se utilice la mano para ejecutarlos.[16]
A lo anterior, en toda esta historia no puede quedar en el olvido un pequeño detalle que dimos a conoce en nuestro trabajo Los orígenes de los intérpretes para sordos en la España de los Siglos XVI – XVII, y donde se hacía referencia a que el sobrino de su gran amigo Zapater explicaba la misma historia, pero añadiendo un detalle más al paso de Goya, durante la Guerra de la Independencia, por su pueblo natal, Fuendetodos:
“A finales de noviembre de 1808, y en plena Guerra de la Independencia española, Goya efectuó una breve estancia en Fuendetodos (Zaragoza), su pueblo natal: ahí, según testimonios recogidos por un sobrino de Martín Zapater ‐‐el que fuera amigo del alma del pintor‐‐, “le hablaba por señas a un criado que trajo, haciendo uso de un abecedario que todavía imitan [los ancianos que lo conocieron].[17]
Desconocemos el nombre del intérprete, pero él y Don Paco, quedaron plasmados para siempre en la imaginación popular, y la escritura aérea, un milagro casi celestial, pasó de aquella manera a formar parte de la leyenda particular de un pequeño pueblecito de Aragón.” [18]
Llegados a éste punto, admitimos nuestra ignorancia en el 2006, al desconocer el hecho de que aquel anónimo intérprete que lo acompañaba en Aragón, era en realidad su discípulo, Luis Gil Ranz, pero la misma noticia confirma de nuevo el uso que Goya hacía de aquel alfabeto dactilológico,[19] que hoy ya sabemos que era el mismo que había publicado primero el franciscano Melchor Sánchez de Yebra en 1593,[20] y después, en 1620, el aragonés Juan de Pablo Bonet.[21]
Aunque de aquella frase del sobrino de Zapater destacar el término que utiliza para describir a Gil Ranz, criado, indicando con ello que el personaje que acompañaba a Goya era un sirviente, o una persona asalariada, y por tanto, muy lejos del concepto que hoy tenemos de un discípulo. Cuestión que por lo mismo nos deja en la duda al respecto del auténtico papel jugado por Gil Ranz en la casa de Goya.
De ahí que la cuestión que todavía queda pendiente de dilucidar es de dónde lo había podido sacar Goya, del mismo modo que ahora queda claro que Gil Ranz, un oyente, era el encargado de traducir las conversaciones a Goya, y a su vez traducir las respuestas de su jefe a los oyentes. Tarea en el fondo muy agotadora, aunque se siga desconociendo en qué momento preciso entró Gil Ranz a su servicio o cuando salió del mismo, cuestiones ambas que ahora vamos a intentar dilucidar.
Por otra parte, y aunque en corta medida, ahora sabemos algunas cosas más de Gil Ranz, como por ejemplo, que un comentario, que sobre él aparece en la biografía de Goya elaborada por el Museo del Prado, no se corresponde con la realidad.
Así, la noticia en cuestión dice lo siguiente:
“20 de junio de 1803. Luis Gil Ranz, joven pintor, disfruta de una pensión de la Tesorería general para estudiar dibujo y pintura con Goya.”[22]
De entrar en el contenido de aquella noticia, habrá que advertir que el contenido es una verdad a medias, ya que aquella pensión de la Tesorería no obedecía precisamente a la dedicación de Gil Ranz a Goya, puesto la pensión obedecía a motivos muy diferentes, y por ejemplo, no se la habían concedido aquel año de 1803, sino el año anterior, y el motivo pasó por la dedicación y adelantamiento de Gil Ranz en “dibujo y caligrafía”, tal como declarará el propio Gil Ranz muchos años más tarde, al gestionar su jubilación.
“Por Real orden de 7 de agosto de 1802, le fue concedida una pensión de 400 ducados anuales sobre los fondos de (la) Tesorería General en atención a su aplicación y adelantamientos en el dibujo y caligrafía, pago que (Gil Ranz) no ha reclamado desde el año 1808, haciéndose cargo de la urgencia del Erario.”[23]
Aquella misma aplicación de Gil Ranz en la caligrafía se hace bien patente aquel mismo año de 1802, al aparecer citado como alumno del maestro en aquel arte Torcuato Torio de la Riva y Herrero, (1759-1820), y dentro de su Arte de escribir por reglas y muestras,[24] Obra en la cual se distinguen dos partes principales, la teórica y la práctica caligráfica, y que comenzaba con unas lecciones prácticas de dibujo lineal, prevenciones generales y comunes a toda clase de escritura y todo lo relativo al manejo de la pluma, y en la parte práctica trataba sobre el corte de la pluma, sus movimientos y trazos, imitación de las muestras de su libro continuando con varios tratados pedagógicos.
Gil Ranz debería ser muy bueno en caligrafía, pues dos años más tarde, en 1804, el mismo maestro lo cita de nuevo, en otra nueva obra suya, Ortología y diálogos de caligrafía, aritmética, gramática y ortografía castellana,[25] Aunque la cuestión más intrigante en aquel momento, pasa por el hecho de que el autor, al hacer relación de sus principales discípulos, y en muchos casos citando incluso dónde o con quién están trabajando en aquel momento, a mayor gloria del maestro, en el caso de Gil Ranz, nada dice al respecto de que trabaje con nadie en concreto, y menos aún, precisamente con Goya.
En 1805, se abre otro nuevo enigma, al saberse a ciencia cierta que Gil Ranz es discípulo, pero no precisamente de Goya, sino de la Real Academia de San Fernando, ya que su nombre aparece en la lista de alumnos premiados en Pintura de Primera clase, ocupando el número 12 entre 23 alumnos del mismo grupo, noticia que aparece en una publicación de la propia Academia, titulada: Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres Nobles Artes.[26]
De ahí que sin más pruebas a favor o en contra, que se pueda afirmar que Gil Ranz debió entrar a trabajar con Goya, como mínimo, a partir de aquella fecha de 1805, momento en que Gil Ranz debió aprender el alfabeto manual, aunque no sabemos si aquel aprendizaje fue una condición sine qua non o no, puesto que Goya llevaba utilizándolo nueve años, desde 1796, y por lo mismo cabría preguntarse si Gil Ranz realmente entró al servicio de Goya como ayudante del pintor, como se le adjudica, o fundamentalmente ocupando el papel de intérprete.
Nos hacemos dicha pregunta porque si Ranz entró a trabajar con Goya en 1805, y tal como sospechamos, al constar por documento, lo dejó definitivamente en julio de 1810, eso sino fue mucho antes, quedando en la sombra las verdaderas y auténticas razones de aquella separación después de la trepidantes venturas que ambos habían vivido en su viaje a Aragón, durante la Guerra de la Independencia.
Sin olvidar que en aquella ruptura, tanto profesional como personal, perdieron ambas partes, pues para Gil Ranz debió representar la renuncia a la gran oportunidad de su vida, la que le brindaba el poder trabajar al lado de su maestro Goya, primer Pintor del Rey desde 1799, y para Goya significó perder a su intérprete, en unos momentos políticos harto difíciles y complicados. De ahí que se pueda llegar a pensar que el motivo tuvo que ser muy grave, y en éste punto solo cabrá especular.
Separación que a la fuerza tuvo que ser efectiva entre los finales de octubre de 1809 y noviembre de aquel mismo año, ya que de dar por bueno el comentario de Catalina García, de que Gil Ranz huía de los franceses, junto con el canónigo Diego Eugenio González Chantos, en noviembre de 1809, y momento concreto en que Ranz realizó el grabado de aquel personaje, es por ello que todo parece apuntar a que Goya, en aquella fecha, ya había quedado muy lejos de la vida de Gil Ranz, cuya pista se nos vuelve a perder hasta julio de1810.
Ahora, de intentar ajustar la cronología, salta a la vista las evidentes discrepancias que existen, por ejemplo, al respecto de cuándo tuvo lugar el famoso viaje de Goya y de Gil Ranz a Zaragoza, cuestión en la cual también entró López de los Mozos, al decir que:
“Parece ser que dicho viaje a Zaragoza tuvo lugar en 1808, así al menos lo indica Lafuente corrigiendo a Ossorio, quien daba la fecha de 1814 al considerar que tal viaje se habría efectuado por mandato real.
Coincide con la fecha del viaje en 1808 el Marqués de Lozoya.”[27]
Comentario curioso aquel de López de los Mozos, porque Ossorio no entró para nada en el asunto de fechas, salvo con un comentario dónde nada decía al respecto del año concreto, puesto que dejó el asunto en una nebulosa, al hablar del “célebre sitio”, pero sin ponerle el correspondiente numeral, dejando de aquel modo todo en la duda:
“….a quien acompañó por mandato del Rey en el viaje que hizo para pintar los episodios de la guerra de la Independencia, y muy especialmente del célebre sitio de Zaragoza”[28]
Pero de intentar saber cuando tuvo lugar realmente el famoso viaje de Goya y de Gil Ranz a Zaragoza, resulta evidente que éste tuvo lugar después del primer Sitio, al tener constancia, por un testimonio neutral, que durante el segundo Sitio y en el propio gabinete de Palafox, ya existían una serie de dibujos que allí había dejado Goya, prueba de su paso por Zaragoza antes de aquellas fechas, y que al producirse la capitulación de la ciudad en febrero de 1809, dichos dibujos fueron destrozados a sablazos por los franceses. Historia que recoge Elisabeth Holland, más conocida por Lady Holland, en su obra Spanish Journal, [29] diciendo que:
“En su estudio (el de Palafox) había varios dibujos hechos por el famoso Goya, que había venido de Madrid con la intención de ver las ruinas de Zaragoza, estos dibujos y uno de la heroína famosa antedicha Agustina de Aragón, también por Goya, los destruyeron con sus sables, los oficiales franceses (cuando lo apresaron).”[30]
Noticia que Holland recogió en su diario personal con fecha 29 de abril de 1809, y cuando la ciudad ya había capitulado un mes antes, concretamente el 21 de febrero anterior, detalle cuando menos intrigante, pero que no desmerece para nada la noticia del paso anterior de Goya por Zaragoza, probablemente a la conclusión del primer sitio, y entre octubre y noviembre de 1808, después se sabrá que:
“En aquella empresa corrieron no pocos riesgos y contratiempos […] lo que en una ocasión fue causa de que se les tuviese por espías y tuvieran que refugiarse al pueblo natal de Gil Ranz, y esperar en él ocasión oportuna para trasladarse á Madrid.” [31]
Comentario anterior de Ossorio, cuya fuente de información fue el hijo de Gil Ranz, sobreentendiéndose que antes de llegar a Renales, ambos habría pasado por el pueblo natal de Goya, Fuendetodos, tal como después recogería el sobrino de Zapater. Por ello, si aquel hecho es cierto, el incidente de aquella confusión debió acaecer estantes ambos ya en Castilla y no precisamente en Aragón.
Sin embargo, de aquel trabajo de López de los Mozos sorprende la ligereza con la cual liquida la vida de Gil Ranz, exactamente los 67 años siguientes, los que van desde 1809 hasta 1876, el año de su fallecimiento, y afirmando a la ligera que:
“Sabemos más, que Gil Ranz se debió apartar pronto de su maestro y aceptando un cargo estatal llevar una vida cómoda ocupando sus ratos libres en trabajos a la pluma y caligráficos que poco a poco fueron minando su vista hasta perderla definitivamente en 1850.
Murió el 23 de julio de 1867, a los ochenta años, dejando dos hijos.” [32]
Noticias aquellas entresacadas, evidentemente, de los propios comentarios anteriores, de Ossorio, y cuya fuente al parecer había sido un hijo de Gil Ranz, y aunque aquella podría haber sido la vida de Gil Ranz, los documentos ahora localizados, desmienten aquella “cómoda vida” de funcionario que le adjudicaba López de los Mozos, sin prueba alguna, porque dentro de la administración, no toda la carrera de Gil Ranz pasó por una situación tan apacible, y así en lo único en que acierta López de los Mozos es en su comentario al respecto de que Gil Ranz se apartó pronto de Goya.
Dentro de la documentación ahora localizada en el Archivo Nacional, cabe destacar un certificado expedido por el antiguo jefe de Gil Ranz, durante la Guerra de la Independencia, mediante el cual podremos conocer su trayectoria personal durante aquel conflicto.
Así, en agosto de 1828, D. José López Juana Pinilla [33] Ministro del Supremo Consejo de Hacienda y Director General de las Cuentas del Reino certificaba, entre otras cosas, lo siguiente:
“…Que el año de mil ochocientos diez a principios del mes de julio, se presentó a la Junta Superior de Armamento y Defensa de la provincia de Guadalajara, de la que yo era Vocal nato, como intendente de la misma, Don Luis Gil Ranz, emigrado de esta corte, y que la Junta en atención a sus conocimientos, buena letra, y otras circunstancias le nombró Oficial de su Secretaria, donde permaneció hasta la extinción de la referida Junta, en marzo de 1813…”[34]
Que el tal Juana Pinilla, era hombre legal y de armas tomar consta, pues en 1812, estando de responsable de la Junta en Guadalajara, y por tanto en plena Guerra de la Independencia, no dudó un ápice en denunciar los desmanes que estaba protagonizando el famoso guerrillero Juan Martín, “El Empecinado”, [35] prueba del valor de Pinilla.
Del mismo modo que de aquel certificado expedido a petición de Gil Ranz, se viene a desprender, el hecho que Gil Ranz, había huido de Madrid, presentándose ante la Junta como voluntario, detalle que indica que su marcha de Madrid se produjo en una fecha indefinida, sino fuera por la existencia de la noticia de que ya en noviembre de 1909, andaba huido y perseguido por los franceses junto con el canónigo segoviano González Chantos.
Huida que se debió prolongar hasta su presentación ante la Junta, el 8 de julio de 1910, momento en que a causa de “sus conocimientos, su buena letra, y otras circunstancias”, se le nombra oficial de la Secretaria de dicha Junta. “Conocimientos” o “circunstancias” que quedan entre tinieblas pues no constan más detalles, y de nuevo nada se dice al respecto de que hasta su marcha de la Corte, había estado trabajando con Goya, pues nada dice su jefe Juana Pinilla, un enigma más.
Detalles a los cuales ahora podemos añadir otros pocos más, tales como que entró “con el sueldo anual de 200 ducados, y con “la ración doble de un soldado”.[36] Cargo de oficial de secretaría en la Junta Superior de Armamento, en el cual permaneció 2 años, 9 meses y 23 días, pasando, al disolverse la Junta en abril de 1813, a ser oficial agregado a la Contaduría de Cuentas de dicha provincia de Guadalajara. Nuevo cargo en el cual continuará hasta el 9 de agosto de 1814, con un sueldo de 400 ducados, es decir, hasta después de concluir la Guerra de la Independencia, pues dicho conflicto había concluido el 17 de abril de aquel año.
El 6 de agosto de 1814 fue nombrado oficial 4º del Archivo de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Indias, y el 20 de agosto de aquel mismo año es ascendido a oficial de 3º del mismo archivo, y desde aquella fecha hasta el 7 de marzo de 1820, momento en que en España se proclama el Trienio Liberal, que cuando mal concluya, con la entrada en España de los Cien mil Hijos de San Luis, llevará a Gil Ranz a la cesación , y con ella a la consiguiente “purificación”
Depuración que Gil Ranz arrostrará desde el 26 de mayo de 1823 hasta el 20 de septiembre de 1828, y en aquella última fecha, el Estado le reconoce 12 años, 2 meses y 27 días de servicio como funcionario, al descontársele 5 años, 9 meses y 16 días, de la época constitucional y del periodo de purificación.
Después regresará de nuevo a la administración, pasando a servir en la Sección Temporal de Amortización y Actos Civiles en la Oficina de Rentas de la Provincia de Guadalajara, lugar donde se mantendrá desde el 1 de septiembre de 1832 hasta el 1 de julio de 1834, pasando en aquella última fecha a la situación de cesante.
De ahí que su expediente de funcionario se encuentre repleto de certificados y más certificados o de cálculos de antigüedad en el servicio, con las correspondientes correcciones en su categoría administrativa, con ascensos incluidos y con ellos el correspondiente salario de complemento. De ahí también que en un nuevo recálculo realizado en 1939, que tenga acumulados 24 años, 11 meses y 29 días de servicio.
Por otra parte, de toda aquella montaña de papeles, a destacar unos cuantos hechos puntuales, al darse con ellos una nueva visión del personaje, ya que el primero de todos desmiente las afirmaciones vertidas por Ossorio, según las cuales Gil Ranz a causa de su trabajo perdió “la vista por los años 1850 a 1854 y quedando separado del arte para siempre.”[37] Información discutible al aparecer entre dicha documentación el siguiente escrito:
“Excmo. Sr. Presidente y Vocales de la Junta de Calificación de derechos de los Empleados Civiles
- Luis Gil Ranz, oficial primero del Archivo de Hacienda jubilado por Real Orden de 12 de Noviembre último, con la debida atención: Presenta a V.E. su hoja de servicios con los documentos justificantes de ellos, y sus copias pertinentes, para que V.E. se sirva declarar el Haber que como tal jubilado le corresponda por sus años de servicio.
Madrid 30 de Diciembre de 1844.”[38]
De analizar el contenido del documento anterior, cabe destacar de él una cuantas cuestiones, la primera, que Gil Ranz había sido jubilado, no por su ceguera, sino por una Real Orden del 12 de noviembre de 1844, aunque desconociéndose el contenido de la misma, pues no da a conocer los detalles, y lo único que se verifica es que en aquellas fechas Gil Ranz tenía 57 años, y por tanto mucho tiempo antes de las fechas que daba Ossorio, situadas entre 1850 y 1854.
Pero eso no es todo, puesto que de observar atentamente la firma que figura al pie del documento, se podría afirmar que aquel escrito no lo había realizado él, el gran calígrafo, porque el tipo de letra que aparece no se parece en nada a la habitual suya, la que aparece en otros documentos que figuran en su expediente.
Un hecho que nos lleva a poder pensar en la posibilidad de que su autor fuera su hijo y sucesor Manuel Gil Sacristana, y la prueba de la anterior hipótesis está en la propia firma de Gil Ranz, la que figura al pie del mismo, con una rúbrica trastocada y sin ningún parecido con las de la primera época, al ser esta última una firma vacilante y muy mal trazada, y además rematada con unos adornos muy nerviosos y que antes no tenía, y todo ello, probablemente, a causa de la ceguera que ya estaría empezando a padecer.
Aquella petición económica de Gil Ranz se arrastrará durante años, y cuando por fin se le reconozca el derecho, el 30 de octubre de 1849, a la vez se le reconocerán únicamente 34 años, 4 meses y 5 días, de servicio, con una paga anual de 12.000 reales. Reconocimiento del cual no debió quedar muy satisfecho, pues su hijo y en su nombre, seguía litigando en junio de 1861, buscando que se le asignara algo más de dinero.
Y fue por ello que su hijo se dirigió al Capitán General de la Provincia de Castilla la Nueva, petición que nos permite descubrir otros nuevos datos de Gil Ranz, ya que en la respuesta a aquella misma petición, se puede ver a un personaje comprometido con los liberales, puesto que tras las caída de los mismos en 1823, y a causa de la entrada en España de Los Cien Mil Hijos de San Luis, Gil Ranz se alistó como miliciano nacional, marchando con el gobierno liberal que huyó camino de Cádiz, prueba de ello es la siguiente anotación en su expediente de funcionario:
“20 abril 1823
Se le aumenta en su situación de jubilado, el tiempo doble discurrido desde la fecha al margen, que como miliciano nacional de esta Corte, salió acompañando al Gobierno a Cádiz, hasta el 21 de diciembre del mismo año, que obtuvo su libertad después de haber sido herido y prisionero, según consta por la certificación del Capitán General de Castilla la Nueva.”
Aquella misma certificación le prestó el que se le pudiera incrementar en 8 meses y diez días su tiempo de servicio, y en algo más de dinero su jubilación. Aunque de aquella aventura, con su correspondiente herida en combate y su tiempo de cautiverio, nos da una visión sobre cuáles eran los auténticos intereses políticos del personaje.
Pero asunto que ineludiblemente nos obliga a retroceder en el tiempo, devolviéndonos al asunto de las posible causas de su separación de Goya en el año 1809, al coincidir en aquellas fechas con un turbio asunto, todavía no suficientemente explicado, como es el de la Comisión formada por Manuel Nápoli, Maella y Goya para seleccionar las obras destinadas a cuatro colecciones artísticas: la de de 50 pinturas de la Escuela Española para regalar a Napoleón, otra para la formación de un nuevo Museo Público en Madrid, y otras dos destinadas al Salón de Cortes y al Senado, [39] y todo ello en servicio del invasor francés.
Historia que han abordado dos autores, Jorge García Sánchez, en su Manuel Napoli, un restaurador italiano al servicio de José I Bonaparte, [40] y José Manuel de la Mano, Goya Intruso, arte y política en el reinado de José I (1808- 1813)[41], pero a nuestro entender sin acabar de resolverla, a favor o en contra.
De aquel modo García Sánchez decía que a causa del artículo segundo, de un decreto de Octubre de 1809, dictado por el rey intruso José I, y donde se estipulaba la formación de una colección de pinturas de escuela española con la que obsequiar al Emperador, reservada para engalanar una sala del parisino Museo Napoleón, conllevó la entrada en aquella historia de Napoli, Maella, y Goya.[42] Y continuaba afirmando que el hecho de que aquellas obras magistrales del arte español, condenadas a exhibirse en las salas del Museo del Emperador en París, constituía una opción infinitamente peor a que se colgaran en una galería nacional, por mucho que ésta hubiese sido diseñada por el intruso José I, y con aquella aparente triste perspectiva se dedicaron a trabajar Napoli, Goya y Maella.[43]
Al respecto del mismo asunto, José Manuel de la Mano afirma que, “en efecto a finales de agosto (1809) Francisco Goya, había sido comisionado en compañía de Manuel Nápoli y Frédéric Quilliet, para la selección de los mejores cuadros españoles que habrían de conformar el proyectado museo público”, pero resaltando igualmente que:
“A pesar de ciertas excepciones de colaboracionistas españoles, entre las que cabría enumerar a Esteve, Maella, Napoli y por supuesto Goya, la fortuna profesional de los pintores de Carlos IV será otra bien diferente.”
Aquella misma ambigüedad de Goya, y su aparente quiero o no quiero colaborar con el invasor, en la cuestión del expolio francés de las colecciones pictóricas españolas, pudo ser una causa de gran peso sobre el ánimo de Gil Ranz, a la hora de tomar la grave decisión de abandonarlo a su suerte, pasándose él al bando de los patriotas españoles, y más aún en concreto alistándose como voluntario, en julio de1810, en la Junta de Armamento de Guadalajara, y donde permanecerá hasta que concluyó la guerra, y más tarde, en 1823, siguiendo aquella misma línea, se alistará como miliciano nacional con los liberales, en la lucha de estos contra el absolutista Fernando VII.
De ahí que López de los Mozos no acierte al afirmar que Gil Ranz estuvo casi toda su vida viviendo en el limbo de los funcionarios, y sin saber ni reparar que el personaje estuvo implicado directamente en dos guerras, contra los franceses y contra los absolutistas. Historias ambas que su hijo no podía desconocer, pero que se calló, puesto que Ossorio nada dice al respecto, salvo el detalle de que murió con 80 años, el día 23 de julio de 1867.
De aquel mismo hijo de Gil Ranz, Manuel Gil y Sacristana, el propio Ossorio nos aporta unos cuantos datos personales, al decir que siguiendo a su padre fue un excelente calígrafo y pintor de adorno, o que era natural de Madrid y discípulo de la Academia de San Fernando, y aunque su trabajo principal estaba en el ramo del telégrafo, había conseguido compaginarlo con el de pintor de acuarelas, miniaturas o con trabajos caligráficos muy notables y dignos.
Así una obra suya había figurado en la Exposición nacional de Bellas Artes de 1868, y otra en la de 1866. Pero que se había especializado en los despachos nobiliarios, aunque su obra principal, según la opinión de Ossorio, había sido una copia de los Estatutos de la Orden de Carlos III, obra que se conservaba y que hoy se sigue conservando en la biblioteca de Palacio.[44] Y hasta aquí las últimas novedades, tanto de Gil Ranz padre, como de su hijo Gil y Sacristana.
Notas
[1] José Ramón López de los Mozos, “Algunos datos sobre Don Luis Gil Ranz, discípulo de Goya”, Wad-al-Hayara. -Guadalajara: Institución provincial de cultura «Marqués de Santillana» 1973, nº 17, 1990, pp. 353-356. Ver integro en página web http://www.uclm.es/ceclm/b_virtual/revistas/wad_al_hayara/n17.htm
[2] Canónigo jubilado de la Iglesia de Sigüenza
[3] Archivo parroquial de Renales (Guadalajara) libro II, folio 160.
[4] Dicha partida de nacimiento fue requerida por Gil Ranz en 1928 a su parroquia, con el fin de que figurara en su expediente de funcionario, y cuya copia expidió el 21 de julio de 1828, el cura párroco de la época Juan Manuel Lazcano Rubio.
[5] Así decía Riesco: “ nosotros somos de opinión, que todos los párrocos deben bautizar subconditione, a los recién nacidos a quienes se les ha administrado agua de socorro en casa de los padres, aun cuando haya sido el facultativo, matrona u otra persona de conocida inteligencia; la razón es porque en aquellos momentos de precipitación, o se hace mal la ablución, o se aplica mal la materia a la forma” Inocencio María Riesco, De las formas del bautismo, Ver: http://www.filosofia.org/aut/irg/embri24d.htm.
[6] Enrique Lafuente Ferrari, Catálogo ilustrado de la Exposición celebrada en 1932 ahora publicado con un estudio preliminar sobre la situación y la estela del arte de Goya, Madrid, 1947, pp. 154-155.
[7] Augusto Mayer, L.; Francisco Goya, Barcelona, 1925, pp. 23. 2, citado por López de Hoyos, op. cit. 356.
[8] José Ramón López de Mozos, op. cit., p. 356.
[9] Diego Angulo, “Un testimonio mejicano de la sordera de Goya”, Archivo Español de Arte, t. XVII, pp. 391‐392, Madrid, 1944, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Diego Velázquez.
[10] Antonio Gascón Ricao, “Las cifras de la mano de Francisco de Goya”. Boletín del Museo e Instituto “Camón Aznar”, volumen LXXXII, Zaragoza, 2004, pp. 273‐284.
[11] F. J. Sánchez Cantón, Vida y obras de Goya, p. 60, Madrid, 1951.
[13] Antonio Gascón Ricao, “Las cifras de la mano de Francisco de Goya”. Boletín del Museo e Instituto “Camón Aznar”, volumen LXXXII, Zaragoza, 2004, pp. 273‐284.
[14] Ossorio Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX, Madrid, 1868.
[15] Ossorio Bernard, op. cit., p.279.
[16] A. Gascon Ricao, “La influencia de los sistemas digitales clásicos en la creación del llamado alfabeto manual español”. En Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico. Homenaje al profesor Antonio Fontán, Vol. 5, Instituto de Estudios Humanísticos de Alcañiz, CSIC, Universidad de Cádiz. Teruel-Madrid, 2002, pp. 2481-2503.
[17] Francisco Zapater Gómez, Goya. Noticias Biográficas, Zaragoza, 1868, p. 10.
[18] A. Gascón Ricao, “Los orígenes de los intérpretes para sordos en la España de los Siglos XVI‐XVII”, Ver en: http://www.cultura-sorda.eu/resources/Gascon_Origen_Interpretes_Espana,, octubre de 2006
[19] . R. Ferrerons Ruiz, y A. Gascón Ricao, “Goya, referencia obligada para la historia del origen y evolución del llamado ‘alfabeto manual español”. UCM, Curso, «Barreras de Comunicación y derechos fundamentales«, verano 1998, San Lorenzo del Escorial, del 20 al 24 julio.
[20] Ver biografía en: http://www.biografiasyvidas.com/especial/educacion/sanchez_yebra.htm.
[21] Ver biografía en: http://www.cultura-sorda.eu/resources/Oviedo_Juan_Pablo_Bonet.pdf
[22] Goya en el Prado, biografía, Ver en: http://www.museodelprado.es/goya-en-el-prado/biografia
[23] Archivo Histórico Nacional (AHN) Año 1845, Expediente de clasificación de jubilación de Luis Gil Ranz, Oficial del Archivo del Ministerio de Hacienda, La nota de referencia está manuscrita, y al pie del documento, Leg. 2993, Exp. 805-2.
[24] Arte de escribir por reglas y con muestras según la doctrina de los mejores autores antiguos y modernos, estrangeros [sic] y nacionales: acompañado de unos principios de Aritmética, Gramática y Ortografía Castellana, Urbanidad… / compuesto por D. Torquato Torio de la Riva y Herrero. 2ª ed. Madrid: en la Imprenta de la Viuda de Don Joaquín Ibarra, 1802, p. 80.
[25] Ortología y diálogos de caligrafía, aritmética, gramática y ortografía castellana, dispuestos por Torcuato, Torio de la Riva y Herrero, Para uso de Seminarios y escuelas públicas del reyno, Madrid, 1804 en la Imprenta de la Viuda de Ibarra, p. 12.
[26] Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las tres Nobles Artes Hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta pública de 27 de julio de 1805. Madrid, en la Imprenta de la Hija de Ibarra, p.34.
[27] López de los Mozos, op. cit., p.356.
[28] Ossorio Bernard, op. Cit., p.279.
[29] E. Holland, Spanish Journal of Elisabeth Holland, London, 1910.
[30] Manuel de la Mano, Goya intruso; Arte y política en el reinado de José I (1808-1813), ver en página web Galería de Arte, www.josedelamano.com/pages/goyaintruso.html
[31] Ossorio Bernard, op. cit. p.279.
[32] López de Hoyos, op. Cit., p.356.
[33] Detalle curioso es la obra manuscrita del mismo José López Juana Pinilla: Legislación de hacienda de España, reunida y clasificada por el Ilustrísimo Sr. D. ________, Ministro jubilado del suprimido Consejo Real de España e Indias. Comprende desde las más antiguas que se han hallado, hasta fin de diciembre de 1843. Renta de Aduanas y ramos que se administraron en ellas (1408-1843), XV tomos, Madrid. Mss. Biblioteca del Ministerio de Hacienda FA 353-367.
[34] AHN, 1845, Leg. 2993, exp. 805-2.
[35] “Expediente sobre las quejas de José López Juana Pinilla contra la conducta de Juan Martín «El Empecinado» en la provincia de Guadalajara”, 1812, AHN, Diversos, Colecciones, 106. N-2.
[36] AHN, “Hoja de servicios de D. Luis Gil Ranz, natural de Renales provincia de Guadalajara, de 40 años de edad”, AHN, 1828, Leg. 2993, exp. 805-2.
[37] Ossorio, op. cit., p. 279.
[38] ”, AHN, Leg. 2993, exp. 805-2.
[39], Ver: Oficios, informes, comunicaciones y listados en relación con la Comisión de Manuel Nápoli, Mariano Salvador Maella y Francisco de Goya para la selección, incautación y reunión de obras para la formación de una colección de 50 pinturas de la escuela española para regalar a Napoleón, y otras tres colecciones AHN, CONSEJOS,17787,Exp.36
[40] Jorge García Sánchez “Manuel Napoli, un restaurador italiano al servicio de José I Bonaparte”, Reales Sitios, nº. 172, 2007, pp. 28-49.
[41] Ver: http://www.josedelamano.com/goyaintruso.html; “La situación de Goya y otros pintores de la corte durante la invasión francesa”, Catálogo de la exposición, La restauración del Dos y tres de Mayo, Madrid, 2008.
[42] García Sánchez, op. cit. p. 38.
[43] García Sánchez, op. cit. p. 41.
[44] Constituciones de la Real y distinguida orden española de Carlos Tercero, instituida por el mismo augusto rey a 19 de setiembre de 1771 en celebridad del felicísimo nacimiento del infante. / [Copiadas por Manuel Gil y Sacristana]. Descripción: Letra/Lengua: Español. Letra itálica caligráfica, Fecha/ Imprenta. [3]r: Madrid, 6 de febrero de 1860, Descripción Física: Sin foliar. Ilustración: Orlas a pluma y acuarela en todos los folios de motivos heráldicos, vegetales, paisajísticos, etc. Distintos estilos caligráficos; Ossorio, op. cit. p, 280.
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