Reseña Groce, 1985: «Everyone here spoke sign language»

Alejandro OviedoPor Alejandro Oviedo,

Berlín, 2007.

Sección: Reseñas.

Reseña de
Nora Ellen Groce (1985) Everyone Here Spoke Sign Language. Hereditary Deafness on Martha´s Vineyard (Todo el mundo aquí hablaba lengua de señas. Sordera hereditaria en la Isla de Martha´s Vineyard). Cambridge, Harvard University Press. 169 págs. ISBN: 0‐ 674‐27041‐X

 

PortadaGroceEn el Atlántico Norte, frente a las costas del estado de Massachussetts, en Estados Unidos, hay una isla conocida como Martha´s Vineyard. Se sabe que allí existió, entre los Siglos XVII y XX, una amplia comunidad de Sordos. Y se sabe, también, que la mayoría de habitantes de la isla, Sordos y oyentes, usaban una lengua de señas. Esa lengua de señas fue, por varios siglos, la lengua principal de la isla.

El libro que reseño hoy, titulado Todo el mundo aquí hablaba lengua de señas, es el relato de una investigación realizada en la década de 1980 por la antropóloga estadounidense Nora Ellen Groce en la isla de Martha´s Vineyard acerca de este fenómeno histórico. En una de las primeras entrevistas que ella realizó para su estudio, le preguntó a una anciana cómo hacían los isleños oyentes para entenderse con los Sordos. Y la señora le respondió con la frase que le da nombre al libro.

La conclusión más interesante del estudio hecho en este libro es que en una comunidad pequeña y cerrada, en la que por alguna razón nacen más sordos que lo estadísticamente esperado (que ronda los 2 sordos cada por mil habitantes), suele pasar que se desarrolle una lengua de señas, y que esa lengua se convierta en la más usada del lugar, ya que la usan todos, sordos y oyentes, mientras que la lengua hablada sólo es usada por los oyentes.

En esta isla hubo una población relativamente alta de Sordos, a lo largo de 300 años. En la década de 1950 murió el último de ellos, y con su muerte dejó de usarse también la lengua de señas.

 Martha´s Vineyard

La isla de Martha´s Vineyard es de tamaño mediano (una especie de triángulo que mide cerca de 40 kilómetros este a oeste por 20 kilómetros de norte a sur) y se ubica frente al “Cabo Cod”. Estuvo habitada por miles de años por un grupo de los indios wanpanoags, que se dedicaban allí a la agricultura y la pesca, ambas muy ricas en esas frías regiones. A la llegada de los ingleses, en 1644, no se registró mucha violencia de parte de los primeros habitantes y los colonos. Por eso, a diferencia de lo ocurrido en casi todo el resto de ese país, los indígenas no fueron del todo exterminados en la isla.

Cerca de 1720, la isla estaba habitada por más de 3000 personas. La agricultura, practicada muy intensivamente, agotó pronto el suelo, de modo que los isleños tuvieron que dedicarse a labores relacionadas con el mar. En poco tiempo se constituyó allí una flota mercante y ballenera, que hizo de la isla un lugar muy rico, a lo largo de más de un siglo. Sin embargo, en el Siglo XIX, con la decadencia de la pesca de las ballenas y el surgimiento de flotas mercantes mayores, la isla se fue despoblando. Los pocos isleños que no se fueron abandonaron esas actividades y se dedicaron a la pesca artesanal. Hoy en día la isla vive mayormente del turismo y de los vacacionistas ricos que tienen casas en ella.

Los datos de Groce

Los datos con los que trabaja Groce en su libro provienen de tres fuentes principales :

  1. entrevistas hechas a los isleños más viejos, que recordaban todavía la vida de la isla desde que eran niños, así como los relatos de sus abuelos y de otras personas viejas. Según estas fuentes, Groce recogió datos que le permitieron reconstruir la vida de los sordos de la isla entre 1840 y 1950 ;
  1. los datos de las entrevistas fueron contrastados con la revisión de todos los documentos impresos en la isla y acerca de ella a lo largo de ese tiempo ; y
  1. la tercera fuente, la más precisa, la constituyen las notas de un estudio que, entre 1883 y 1887, hizo en la isla Alexander Graham Bell, el famoso inventor, entre otros objetos, del teléfono.

Vale la pena detenerse un poco a comentar esta última fuente. Bell era un obsesionado por la sordera. Su madre era sorda, y su esposa también. Cuando inventó el teléfono, Bell estaba en realidad buscando un aparato que le permitiera a los sordos oír. Bell estaba convencido de poder lograrlo, y de que los Sordos deberían hablar, por lo que se hizo un encarnizado enemigo de la educación con señas. La fuerza cobrada por el movimiento oralista en el mundo, a finales del Siglo XIX, le debe mucho a sus empeños.

Bell llevó su lucha más lejos. En su tiempo se habían iniciado los estudios genéticos, y estaban también de moda las teorías de Darwin. Combinando unas cosas y otras, Bell consideraba que las mutaciones genéticas como las que producía la sordera eran una aberración que era necesario eliminar para beneficio de la especie. En su tiempo como maestro de sordos en Boston, se enteró de la peculiar situación de Martha´s Vineyard, y decidió averiguar, a través de un método similar al seguido por la autora del libro que estoy reseñando, cómo eran los árboles genealógicos de las familias de la isla donde nacían sordos, para tratar de descubrir las leyes que llevaban al nacimiento de sordos. Era el primer paso para prevenirlos.

Bell trabajó mucho, y con varios asistentes, entrevistando isleños y reuniendo notas que permiten reconstruir la historia de la isla a partir de principios de 1730. Aunque no logró descifrar las leyes de la herencia de la sordera en la isla, esas notas, que alcanzan miles de páginas, le permitieron escribir un ensayo titulado Memoria acerca de la formación de una variedad sorda de la raza humana, que publicó en 1883 y que es un monumento de la llamada eugenésica o higiene genética, que se invocó también en períodos sórdidos de la historia como el del nacional socialismo alemán entre 1933 y 1945.

Este trabajo de Bell tuvo sin embargo una utilidad muy diferente a la que él hubiera deseado. Sus detalladas notas le permitieron al estudio de Groce abarcar desde 1730 hasta 1950, y reconstruir detalladamente las relaciones familiares de la isla, y la vida de los sordos que allí vivieron, para lección del mundo, con el ejemplo de lo que puede también pasar cuando una población oyente considera natural que sus paisanos Sordos se comuniquen con una lengua de señas, y la aprendan también, de modo que no haya barreras lingüísticas en la comunidad.

La inmigración de Kent, Inglaterra

Groce afirma que entre los colonos europeos llegaron, a finales del Siglo XVII, familias enteras de la región de Weald, en Kent, en Inglaterra. En esa región se había registrado, para entonces, la existencia de una lengua de señas, surgida a consecuencia del nacimiento de muchos niños sordos [1].

Los colonos provenientes de Kent trajeron consigo, así, no solamente los genes de la sordera, que se siguieron manifestando en la isla, sino tal vez también una lengua de señas. No se ha podido comprobar, sin embargo, que ningún Sordo haya emigrado desde Kent hasta la isla.

Los Sordos en la isla

En el Siglo XIX, la proporción de Sordos en los Estados Unidos era de un niño sordo por cada 5728 nacimientos. En Martha´s Vineyard, sin embargo, esta proporción era de un sordo por cada 155 personas. Puede entenderse así lo inusual de la situación.

Pero lo más notorio allí era que la consecuencia más visible de la sordera, es decir, que los sordos no pudieran aprender la lengua hablada del lugar, el inglés, no representó un problema, ya que el resto de la población usaba la lengua de señas también. Escribe Groce:

El problema más grande de una persona sorda no es simplemente que él o ella no puedan oír, sino el hecho de que la carencia del oído es socialmente aislante. El conocimiento y la conciencia de la persona sorda acerca de la sociedad oyente que la rodea son limitados porque las personas oyentes encuentran difícil, cuando no imposible, comunicarse con ella. Incluso si la persona sorda sabe lengua de señas, solamente un porcentaje pequeño de la población oyente conoce esa lengua y puede comunicarse fácilmente con los sordos. La dificultad en la comunicación, por una parte, y la ignorancia y los prejuicios sobre la sordera, que están por dondequiera en el mundo oyente, por la otra, se combinan para complicarles la vida a los sordos en todos los aspectos –en la educación, en el trabajo, en las relaciones comunitarias y en los derechos civiles (p. 4 del libro. La traducción es mía)

Esto no fue, sin embargo, el caso en la isla. Allí los oyentes aprendían la lengua de señas, y eran bilingües en este sistema e inglés hablado. Y esta adaptación tiene más que un significado meramente lingüístico: permitió la integración plena de los Sordos a la comunidad de la isla.

Un Sordo, prueba la experiencia de Martha´s Vineyard, puede incorporarse de modo pleno a la comunidad si en ella no hay barreras de comunicación y su todo el mundo tiene una actitud natural y desprejuiciada hacia la sordera. De hecho, varios de los ancianos informantes de Groce recordaban detalles acerca de la vida de los Sordos pero no tenían entre sus recuerdos, de modo claro, que esas personas hubieran sido sordas. Anteponían, en sus memorias, el hecho de que esas personas hubieran sido buenos pescadores o buenos constructores, al hecho de que hubieran podido o no oír.

La lengua de señas de la isla

Según ha podido reconstruirse a partir de los estudios realizados, la lengua de señas usada en la isla era diferente de la usada por los Sordos en la región continental del país. Algunos años después de que Thomas H. Gallaudet y Laurent Clerc abrieran la primera escuela para niños Sordos, en 1817, varios niños de Martha´s Vineyard fueron allá. Y su lengua, según testigos de la época, no era igual a la usada por los sordos en Hartford, la ciudad donde estaba la escuela.

Testimonios posteriores dan cuenta de que los sordos de la isla continuaron usando un sistema relativamente distinto al usado en el resto de ese país. Ese sistema dejó de usarse tras la muerte de la última persona Sorda de la isla.

Cómo conseguir el libro

En Estados Unidos o en Europa es distribuido sin dificultad. Pero como es casi siempre el caso con los libros publicados en países de habla no hispana, tampoco es fácil conseguir este de Nora Ellen Groce en América Latina. Además de pedirlo a una librería local, los interesados pueden buscar en la librería online www.amazon.com, donde lo venden usado a partir de los 17 US dólares.

Apéndice a la reseña: otros casos similares

En el libro se hace referencia al caso de la isla de Providencia, Colombia, donde en la década de 1970 se observó una situación parecida a la de Martha´s Vineyard. A partir de entonces se han reportado otros. Entre todos ellos, que son unos 6, el reportado por Groce sobre la isla de Martha´s Vineyard en este libro sigue siendo el mejor documentado de todos. Existen noticias de casos similares en comunidades de

  • Colombia (en la isla de Providencia, Woodward 1977);
  • Brasil (urubu‐kaapor, Kakumasu 1968)
  • Ghana (Adamorobe, Nyst 2003);
  • México (Yucatán, Johnson 1991)
  • Indonesia (kata kolok, Branson y otros, 1996) ;
  • Israel (al‐Sayyid, descrito por Sandler y otros, 2005)

En esos lugares, a diferencia de Martha´s Vineyard, parece aún estar viva la comunidad Sorda. Y en todos esos lugares se ha observado la integración de los Sordos y los oyentes a partir de que los últimos aprenden la lengua de señas y no valoran negativamente a sus paisanos Sordos.

Otras fuentes y referencias

Enciclopedia Wikipedia (versión inglesa, visitada el 09 de septiembre de 2006): http://en.wikipedia.org/wiki/Old_Kent_Sign_Language

Branson, Jan, Don Miller, I Gede Marsaja e I Wayan Negara (1996) “Everyone Here Speaks Sign Language, too : A Deaf Village in Bali, Indonesia”. En: Ceil Lucas (ed.) Multicultural Aspects of Sociolinguistics in Deaf Communities. Washington, D.C.: Gallaudet University Press, págs. 39‐57

Johnson, R.E. (1991) «Sign language, culture and community in a traditional Yucatec Maya village». Sign Language Studies (73), págs 461‐474.

Kakumasu, Jim (1968). Urubu Sign Language. In «International Journal of American Linguistics» (citado a partir de la versión en PDF, según mi visita del 09.4.06 a http://www.silinternational.net/americas/brasil/PUBLCNS/LING/UKSgnL.pdf)

Nyst, Victoria (2003) “The phonology of name signs: a comparison between the sign languages of Uganda, Mali, Adamorobe and The Netherlands”. En Baker et al. (ed.) Cross‐ linguistic Perspectives in Sign Language Research. Hamburg: Signum

Sandler W, Meir I, Padden C, Aronoff M. (2005) The emergence of grammar: systematic structure in a new language. Proceedings of the National Academy of Sciences (este artículo puede consultarse complete, en formato pdf, en la dirección http://www.pnas.org/cgi/reprint/0405448102v1)

Woodward, J. (1978) “Attitudes toward deaf people on Providence Island”. Sign Language Studies (7,18), págs. 49‐68

Notas

[1] Es fama que un noble inglés llamado George Downing, quien venía de la región de Kent, sabía lengua de señas, y tuvo ocasión de trabajar con un grupo de Sordos a finales del Siglo XVII a quienes entrenó en labores policíacas. La calle Downing de Londres, donde queda la sede del gobierno inglés, es llamada a partir de este George Downing.

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