Reseña Eriksson, 1998: «The History of Deaf People»

Alejandro OviedoPor Alejandro Oviedo,

Berlín, 2007.

Sección:Reseñas.

 

Reseña de
Eriksson, Per (1998) The History of Deaf People. A Source Book.(La historia de las personas Sordas. Un libro de referencia). Örebro: Daufr, 128 págs. ISBN 91­630­6822­2

 

PortadaErikssonPer Eriksson es un historiador Sordo sueco. Desde hace varias décadas, se dedica a recopilar y publicar documentos sobre la historia de los Sordos, especialmente en Europa. Este libro que ahora reseño es la traducción al inglés de la misma obra que publicara Eriksson en sueco en el año 1993, con el título Dövas Historia, en faktasamling.

Hay un libro, también reseñado en esta página web (Fischer y Vollhaber, Collage, 1996) en el que aparece una nota sobre otra publicación de Eriksson. En esa reseña, decía yo que llamaba mucho la atención el trabajo de Eriksson, pues está formado casi exclusivamente por gráficos acerca de la historia de los Sordos europeos, sin más textos que los que identifican los gráficos. Ese trabajo de Eriksson fue presentado por él en un congreso de historia de los Sordos (realizado en Hamburgo en 1994) y seguramente incluyó una presentación señada del autor, que no pudo ser recuperada para la publicación.

Eriksson, en su presentación de su libro, declara haber pasado muchos años investigando directamente en archivos históricos, de modo que muchas de sus reproducciones son valiosos materiales que se publican por primera vez en tiempos recientes, luego de permanecer olvidados por siglos en distintas bibliotecas.

El contenido del libro

La obra comienza con un recuento de la evolución de la palabra “sordo” en las lenguas germánicas. El nombre de la editorial que publica el libro, “daufr”, significa “sordo” en la lengua de Islandia. También en Suecia los Sordos decidieron a finales del Siglo XX que dejara de usarse la etiqueta “mudo” (stum) y se usara solo “sordo” (döv). Así, en lugar del histórico dövstum se usa hoy en el país sólo döv. Pero esto habia sido propuesto ya en 1886 por un maestro de sordos sueco, Johan August Wilén (p. 9).

Luego hace el libro un breve paseo por referencias históricas sobre los sordos en Egipto, Israel, Grecia y Roma. Dedica también su atención a lo que los Padres de la Iglesia (especialmente San Agustín) dijeron en sus escritos sobre los sordos. Hace también breves menciones al Corán. Eriksson acompaña la mayoría de estas notas, al igual que las que siguen, con imágenes alusivas: grabados antiguos, mapas, retratos.

A medida que se acerca a la Edad Media, las referencias de Eriksson se hacen más abundantes. Entre algunas otras cosas interesantes, dice que el primer maestro de sordos de la historia (europea) fue el Arzobispo de York, San Juan de Beverley (* ? ‐† 721), quien alrededor del año 700 DC enseñó a hablar a un Sordo. Según esta afirmación, que Eriksson atribuye al monje inglés Venerable Beda (672‐735), Inglaterra tiene el mérito de haber sido “la cuna de la educación de los sordos” (págs. 21 y 35)

Otro personaje al que Eriksson dedica su atención es el filósofo italiano Girolamo (también llamado “Hieronymus”) Cardano (1501‐1576), quien tuvo un hijo sordo. Debido a ello, Cardano se interesó por problemas relacionados con la educación de los sordos, y llegó a concluir, en un tratado llamado Paralipomenon, que era posible educar a un sordo a través de la escritura, ya que la vista permitía establecer el vínculo entre lengua y pensamiento sin pasar por el sonido (pág. 25).

Sabemos que a partir del Siglo XVI, los españoles destacaron en el tema de la educación de los sordos. Eriksson dedica sendos apartados al pintor Fernández de Navarrete y a los pedagogos Pedro Ponce de León, Juan Pablo Bonet, Manuel y Diego Ramírez de Carrión.

En los Siglos XVII y XVIII, el interés por los sordos y su educación se extiende poco a poco por toda Europa. Encontramos en el libro de Eriksson notas acerca de muchos personajes que dedicaron su atención al problema de educar a los sordos en países como Inglaterra (John Bulwer, George Dalgarno, John Wallis, William Holder y Henry baker), Alemania (Joachim Pascha, Wilhelm Kerger, Georg Raphael, Otto Lasius) y Francia (Jacob Rodrigues Pereira, Ernaud de Bourdeaux y Claude Francois Deschamps). Entre ellos me detendré, sólo para dar un ejemplo del tipo de comentarios que hace Eriksson en cada caso, en lo que el libro cuenta acerca de la obra de Bulwer:

John Bulwer (1614‐1684) fue médico e investigador social. Escribió tres libros sobre los sordos: Chirologia or the Natural Language of the Hand (1644), Chironomia (una especie de diccionario de gestos manuales) y Philocophus or the Deaf and Dumb Man´s Friend (estos dos últimos publicados en 1648). El último de esos trabajos es un tratado teórico en el cual se afirma que el ser humano tiene la capacidad de sustituir la carencia de un sentido a través del desarrollo de otro. En el caso de los sordos, resulta claro que la vista asume la función del oído. Esto debe tomarse en cuenta para la educación de los sordos, quienes deben aprender a leer y escribir, además de a leer los labios y hablar. El uso de los “gestos” es en todo esto fundamental.

Todo lo anterior es catalogado por Eriksson como la primera fase histórica de la educación de los sordos. En ella, la voluntad individual generó diferentes experimentos educativos, que casi siempre eran dedicados a un único alumno. Se procuraba enseñar al alumno la lectura y la escritura, y en determinados casos se acentuaba sobre la enseñanza del habla. El uso de las señas como recurso estuvo siempre presente entre los maestros, además de otras herramientas gestuales. Y no se verificaban nunca discusiones sobre métodos: los libros se limitan a reflexiones filosóficas y a la descripción de los logros (pág. 48‐49).

A partir de 1760 y hasta 1880 comienza la segunda etapa de la historia de la educación de los sordos, según Eriksson. En ella, la educación se institucionaliza y se extiende a muchos sordos. Eriksson destaca aquí la labor del Abad Charles Michel de l´Epée (en Francia), de Samuel Heinicke (en Alemania) y de Thomas Braidwood (en Inglaterra). No voy a detenerme en los datos que Eriksson ofrece acerca de estos tres personajes, que coindicen con los ofrecidos por otras publicaciones (y que aquí en la página www.cultura‐sorda.org pueden leerse en las biografías de esos tres personajes, en la sección Biografías). Mencionaré, sí, que Eriksson incluye en el libro una reproducción completa de las cartas que se intercambiaron de l´Epée y Heinicke en 1782, en las que discuten acerca de las bondades de sus respectivos métodos, y que se consideran el inicio histórico de las disputas entre quienes privilegian la enseñanza a través de las señas (manualistas) y los que insisten en que el desarrollo del habla es el objetivo de la educación de los sordos (oralistas).

Otro personaje interesante que aparece reseñado en el libro de Eriksson es Roch‐ Ambroise Auguste Bébian (1789‐1838), un maestro oyente francés que trabajó en la escuela de sordos de París. Bébian fue también un teórico de la educación de sordos, y se debe a él un estudio (Mimographie, 1825) en el que propone un método para transcribir la Lengua de Señas Francesa en el que analiza las señas como unidades compuestas por tres componentes formales, que se combinan de distintos modos para producir nuevas señas. Este planteamiento hace de Bébian un pionero de la lingüística de las lenguas de señas. Bébian fue, además, un defensor de la educación de los sordos a través del uso de las lenguas de señas. Aunque el Abad de l´Epée usaba las señas para educar, su objetivo último fue siempre la enseñanza de la escritura. Para Bébian, la lengua de señas tenía un sentido más completo, y su desarrollo en la escuela era visto por él como fundamental para la formación del alumno. Bébian resulta así un pionero del modelo bilingüe [en otras partes de www.cultura‐sorda.org hemos hablado de Bébian: leer texto].

A finales del Siglo XVIII, numerosas escuelas comenzaron a ser fundadas en otros países europeos, como consecuencia de los éxitos logrados por los primeros educadores en los tres países antes mencionados. En 1860, relata Eriksson, ya se habían abierto varias decenas de escuelas por toda Europa y en Estados Unidos (pág. 61).

Eriksson hace luego una curiosa clasificación de las propuestas pedagógicas para los sordos en cuatro grandes modelos (págs. 82‐83):

  1. El sistema escrito (español). Creado en España y perfeccionado por Braidwood en Inglaterra. Usando un alfabeto manual, los estudiantes son enseñados a a)escribir y pronunciar letras aisladas y b)escribir y pronunciar palabras completas.
  1. El sistema manual (francés): se iniciaba con el alfabeto de Bonet. Luego los estudiantes aprendían a través de señas a escribir. La lengua escrita era una lengua extranjera para los alumnos, que había que enseñarles a partir de su propia lengua (la de señas).
  1. El sistema oral (sistema alemán): la lengua hablada era el único método de educación permitido, y el fin último de la enseñanza.
  1. El sistema combinado (desarrollado por Deschamps): proponía usar todos los recursos usados por los tres anteriores modelos.

Eriksson, luego de estas reflexiones, dedica varias páginas al Congreso de Milán y su influencia, que determinó la preeminencia del modelo alemán por sobre los otros tres en toda Europa. Una muy interesante conclusión a la que arriba Eriksson, es que el factor determinante para la adopción en toda Europa del llamado modelo alemán fue la influencia alemana en la Europa de finales del Siglo XIX, acentuada a partir de la guerra que Alemania le ganó a Francia entre 1870 y 1871. Antes de esa guerra, Francia era el país más influyente de Europa. Ese puesto fue asumido luego de la guerra por Alemania. De allí la rapidez con que pudo extenderse su propio modelo para la educación de los sordos (pág. 84).

Eriksson termina su libro contando que fue Suecia, en 1990, el primer país del mundo en crear un cargo para profesor universitario de una lengua de señas. El cargo, creado por la Universidad de Estocolmo a instancias del Ministerio de Educación Sueco, fue ocupado entonces por la Dra. Brita Bergman (pág. 91).

Dónde se consigue el libro

Aunque hay algunas referencias sobre el libro en internet, ninguna de las grandes distribuidoras o reseñadoras de libros que consulté (amazon, google) lo tiene en catálogo. El ejemplar que leí, propiedad de la Universidad Humboldt de Berlín, tiene marcado el precio de 29 euros. Supongo que sólo puede comprarse a través de encargos en librerías.

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