Reseña Poppendiecker, 1992: «Ich bin gehörlos!»

Alejandro OviedoPor Alejandro Oviedo,

Berlín, 2006.

Sección: Reseñas.

Reseña de
Renate Poppendieker (1992) Ich bin gehörlos! Vorschläge zum Thema Gehörlosigkeit im Unterricht. (Soy Sordo! Consejos acerca del tema “Sordera” en el aula de clases). Hamburgo: Signum, 182 págs. ISBN: 3‐927731‐41‐2

PortadaPoppendiecker1992Este libro, redactado en alemán, reúne reflexiones de una docente alemana acerca del trabajo en aula con el tema de la Sordera. Forma parte de un grupo más amplio de publicaciones (en esta serie he reseñado ya algunas) dedicadas a apoyar la formación de una escuela blingüe para Sordos. En Alemania, donde hay más de 80 escuelas para sordos, únicamente dos siguen programas bilingües. En todas las demás, aun cuando se tolera el uso de la lengua de señas del país (DGS, según sus señas en alemán) fuera del aula, se sigue teniendo la enseñanza del alemán hablado como fin principal de la educación.

Desde 1987, en la Universidad de Hamburgo, el Instituto para la Lengua de Señas Alemana y la Comunicación del Sordo (IDGS), bajo la dirección de Siegmund Prillwitz, ha apoyado el cambio hacia una escuela bilingüe para sordos, y además de realizar investigaciones teóricas y aplicadas sobre las lenguas de señas y la Sordera, viene publicando una serie de libros en alemán e inglés con interesantes materiales sobre estos temas. La propuesta de escuela apoyada por el IDGS se denomina Sordos para dos mundos, con dos lenguas (p. 9).

Reflexiones teóricas

La primera parte del libro son reflexiones teóricas acerca del tema “Sordera” en el marco de un modelo educativo bilingüe y bicultural. La Sordera debe ser tematizada, entendida como una identidad cultural, para sustentar una escuela nueva para los Sordos. La filosofía oralista pretende preparar al niño para su desenvolvimiento en el mundo oyente, pero fracasa mayormente en ello. Razón para esto es la total desatención de ese modelo de escuela hacia el hecho de que los Sordos llevan una vida entre dos mundos. El libro quiere ofrecer ejemplos y estrategias acerca de cómo trabajar el hecho de los dos mundos con los niños Sordos. Tales ejemplos y estrategias han sido probados por la autora en su propia práctica docente. Advierte, sin embargo, que al ser ella oyente, sus propuestas deben ser tomadas en cuenta con consciencia de que una perspectiva Sorda sobre el mismo tema puede ser diferente.

Nota la autora que en las escuelas se sigue considerando la lengua hablada como LA lengua. Categorías en pleno uso tales como “sordera prelingual” o “postlingüística” evidencian que se sigue considerando la lengua de señas como un sistema de categoría inferior. De acuerdo con ello, la sordera se define a partir del no oír, y de la no posesión de la lengua hablada. Es una perspectiva oyentista (p. 10). Desde la perspectiva Sorda, la Sordera consiste más bien en poder usar la lengua de señas. Estas dos perspectivas centran todo el trabajo del libro.

La autora usa el término teoría de los dos mundos (Zwei‐Welten Theorie) para definir el tema. Esa teoría implica el reconocimiento, por parte de los maestros, de la existencia de una perspectiva Sorda del mundo, representada en los Sordos adultos de la comunidad, pero también

ver y reconocer que la vida laboral en común con los oyentes implica un contacto, a través de la lengua mayoritaria del país, que suele ser tremendamente limitado, y que con frecuencia no permite una comunicación funcional. Incluso a través de hablar y leer los labios, por parte del Sordo, y de hablar y oír, por parte del oyente, así como también a través de leer y escribir, se producen contactos apenas satisfactorios con el mundo de los oyentes. En consecuencia, la mayor parte de los Sordos sienten que su

« nosotros » está en el mundo de los Sordos. El mundo de los oyentes es el de

« los otros ». El Sordo debe construir una identidad social que incorpore esta doble situación, y una identidad personal que esté en equilibrio con ella (p. 12)

Tal como se plantean las cosas en la escuela oralista, se propone a los niños un falso modelo, según el cual la los esfuerzos sufridos en el aprendizaje de la lengua hablada y escrita les permitirá forjarse una identidad similar a la oyente. Esto último, por increíble que parezca, ha sido confirmado por diversos estudios:

Ueding (1988,2) y también Wisch (1992,44) reportan acerca de una de esas consecuencias, que seguramente ya muchos han observado: incluso los niños mayores piensan que podrán oír cuando sean adultos (p. 13)

Solo el reconocimiento de tal situación, y el uso de la lengua de señas en las escuelas (lo que implica necesariamente el contratar a maestros Sordos (pág. 15) y reconocer el valor de su cultura ), permitirá a los niños entender la situación en la que se encuentran y prepararse de modo adecuado para ella. Sin un reconocimiento consciente de su condición de minoría lingüística y cultural, ningún miembro de tales minorías puede alcanzar satisfactoriamente la adquisición del lenguaje, ni el desarrollo cognitivo o de la identidad, según demuestran numerosos estudios etnológicos.

En una escuela verdaderamente bilingüe y bicultural, el rol de los maestros Sordos es indispensable. Pero eso plantea entonces, como problema, cuál será el rol de los maestros oyentes en ella. El mundo oyente no presenta, de ningún modo, un aspecto uniforme. El modelo de ese mundo que ofrece el maestro oyente no es algo que se pueda suponer como un hecho claro. Aquí hay también un problema fundamental acerca del cual no existe tampoco reflexión teórica suficiente.

El tema “Sordera” en el aula de clases

El tema de la Sordera se propone en el aula bajo el concepto general de “Soy sordo!”, a partir de la pertenencia a dos mundos diferentes.

Se les debe dar a los alumnos la posibilidad de desarrollar una personalidad autónoma, es decir, ellos deberían poder escoger libremente, para sus roles sociales, un punto en el espectro entre los extremos de “completo rechazo” y “conformidad total”. De allí se desprende el objetivo de que junto a las dos lenguas también se les ofrezca acceso a los bienes culturales que están unidos a ellas (p. 20)

Es interesante señalar aquí que la autora maneja todavía (es un libro de 1992, debe recordarse, cuando la discusión acerca del tema de la cultura Sorda todavía estaba en sus inicios) un concepción bastante restringida de “cultura” como la así llamada alta cultura (p. 20), es decir, la cultura como arte, como hitos históricos y producciones materiales. En el caso de la Sordera, la autora incluye asimismo, entre los componentes de tal cultura Sorda, objetos que facilitan la interacción del Sordo con el mundo, tales como el teléfono de teclado, los timbres luminosos, etc. Una actualización de las interesantes propuestas hechas por este libro debería ampliar esta concepción de cultura, para incluir los valores esenciales que la conforman.

De cualquier modo, tras sus reflexiones sobre el punto concluye la autora que, a pesar de lo poco claro que todavía resulta el tema, esencialmente es la lengua de señas el pilar sobre el cual se sustenta la cultura Sorda. Poppendieker escribe:

La lengua de señas es el rasgo decisivo del mundo de los Sordos. Es ella un Algo de lo cual el mundo Sordo dispone y el mundo oyente no. Ignorar la lengua de señas en la escuela, o únicamente tolerarla como medio de comunicación informal en el patio de la escuela, no lleva a un desarrollo estable de la identidad. Al contrario, el secreto plan de enseñanza funciona aquí y les transmite a los alumnos el siguiente mensaje: Este medio de comunicación no es lo bastante valioso como para ser una materia oficial de la escuela. De tal modo, tal medio de comunicación sólo puede ser difícilmente asumido por los alumnos como su lengua de señas. Un estudiante Sordo de la carrera de Pedagogía para Sordos tuvo que sufrir la experiencia, durante sus pasantías en el noveno grado de una escuela de Sordos, de que los niños tenían grandes dificultades para comunicarse con él, como maestro, en DGS [Lengua de Señas Alemana], mientras que fuera de clases usaban la DGS sin dificultades. Pienso que puede decirse: estos niños han internalizado la reserva de la escuela según la cual la lengua de señas y las clases no son compatibles. (pág. 22)

Al terminar estas reflexiones, la autora presenta planes detallados para diversas clases en varios grados de la escuela, en el marco de las cuales puede trabajarse con el concepto de Sordera. Los planes incluyen las áreas de alemán, historia, lengua de señas, etc. En la sección siguiente, documenta con abundantes ejemplos el modo en que ella trabajó esos planes en el cuarto grado de una escuela para la clase de alemán.

Los ejemplos contienen información sobre el tiempo dedicado, características del grupo, descripciones e ilustraciones de los recursos que ella utilizó e incluso copias de muchos de los trabajos producidos por los niños. Uno de los ejemplos usados resulta extraño para mí (que no tengo ninguna experiencia docente con niños Sordos): cómo realizar llamadas telefónicas a través de un teléfono ordinario. Se propone discutir la formulación de preguntas si/no, para que sean respondidas por el interlocutor, quien ya debe conocer el sistema, a través de golpes sobre el auricular, que el niño puede percibir con ayuda de su prótesis auditiva. Otro ejemplo trabaja los contactos con un oyente, en los cuales el niño se presenta a sí mismo como Sordo, usando diversas estrategias comunicativas, basadas mayormente en la escritura. Todos los casos que presenta son ricamente ilustrados para claridad del lector.

Apéndices

El libro incluye después una serie de apéndices, entre los cuales hay textos que el maestro puede usar para su trabajo, así como referencias acerca de fuentes que se pueden consultar para la discusión de puntos específicos en clase. En el caso de los textos que se ofrecen en el libro, se trata de copias de escritos (textos literarios, memorias de congresos, datos biográficos, etc.) redactados mayormente por Sordos alemanes del Siglo XIX, que la autora obtuvo en los archivos de la biblioteca y museo sobre Sordera que existe en la ciudad de Leipzig. Son textos muy valiosos, pues además de su calidad e interés, son difíciles de encontrar (en el caso de muchos, la única publicación moderna en la que se los puede encontrar es esta). La autobiografía del maestro Otto Friedrich Kruse (1801‐1880), por ejemplo, que ya he reseñado entre los hitos Sordos en http://www.cultura‐sorda.eu, es parte de esos textos. Hay allí también otras lecturas que reseñaré oportunamente aquí.

Este es un libro, entre otros muchos, que valdría la pena traducir al español, de modo que pudiera también ser material de consulta para nuestros maestros de Sordos (el alemán nos sigue resultando mayoritariamente inaccesible!).

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